14. Fantasía. El corsario Eswebo, el nigromante Brai y el Caudillo orco Kozkur

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#1
14 es el orden en que fue acabado el borrador de novela corta, cuanto más bajo sea más viejo, quizá en los últimos haya mejorado.
 
Luego pongo el género, Fantasía y el título.
 
El corsario Eswebo, el nigromante Brai y el Caudillo orco Kozkur
 
Este borrador tiene unas 30 400 palabras en 24 capítulos.
 
Pongo los tres primeros capítulos:
 

Capítulo 1. Cambio de trabajo.

 

El príncipe Eswebo llevaba tres años trabajando de encargado de la Real Granja de Cerdos en la ciudad de Cerdoterra, la tercera ciudad en población del pequeño Reino de Engor, y el joven de veintiún años estaba asqueado del trabajo que su padre le había impuesto.

 

Debido a que era un semielfo olía mucho más que los trabajadores humanos que estaban a su cargo. Solo su mano derecha, el goblin Suvak, tenía tan buen olfato como él, pero el piel verde no se quejaba del trabajo.

 

Habían llegado nuevas de que el Imperio Torron, conocido por odiar y ser muy cruel con los no humanos, había declaro la guerra a Engor y Eswebo vio la oportunidad de dejar el trabajo que le había encargado su padre, conociendo a su padre Jerdo intuía que permitiría que hubiese corsarios ya que el reino militarmente daba bastante asco.

 

Eswebo dejó la casa en la que vivía y se acercó a la enorme granja donde había cientos de gorrinos, allí estaba Suvak esperándole como todos los días, ambos fueron al despacho del semielfo y este le indicó a su segundo que fuese a buscar al contable.

 

El hombrecillo llegó donde el príncipe sin saber bien lo que pasaba, eran parientes lejanos y precisamente por eso ambos trabajaban allí, eran de la familia pero no eran los más queridos de ella, por eso les daban trabajo pero en un lugar donde no molestasen al resto de parientes.

 

Heneo ha llegado estimado príncipe dijo el hombrecillo.

 

Bien dijo el semielfo, toma asiento dijo, esperó a que se sentase y prosiguió con calma.

 

He decido ascenderte a encargado de la Real Granja de Cerdos y subirte el sueldo un treinta por ciento.

 

Heneo se relajó ya que pensaba que había hecho algo mal y sonrió, es un placer escuchar lo que me dice Eswebo.

 

¿Puedo hacer algo más por ti Heneo?

 

Este se inclinó hacia la mesa y casi susurrando comentó que le gustaría que su amante fuese ascendida a concubina y el hijo que tenía con esta fuese su heredero legítimo ya que según el los advenedizos hijos que había tenido con su mujer no le hacían más que desprecios.

 

Eswebo sonrió, veré si puedo convencer a mi padre, pero tendrás que ofrecerle algo a cambio.

 

Heneo se quedó pensativo, renuncio a cualquier aumento de sueldo si en lo concede, proponle que puede escoger entre una cosa o la otra.

 

Bien respondió el príncipe, estando en guerra seguramente preferirá ahorrar dinero. Yo marcho ya, tengo cosas que hacer, te deseo suerte en la gestión de la granja, y no malverses fondos o Jerdo se enterará, no se bien cómo lo hace, pero siempre acaba sabiendo todo.

 

Heneo afirmó con la cabeza, lo se, estoy aquí por algo que hice de joven y que no se cómo lo descubrió.

 

El príncipe le dijo que se podía quedar ya en el despacho, salió por la puerta y allí estaba Suvak esperándole, prepara provisiones y los caballos le dijo, nos vamos ya mismo.

 

Ya en sus monturas pusieron rumbo a Esvan la capital, por el camino le contó a Suvak que allí debía pedir a su padre que le concediese una patente de corso y que también tenía pensado sacar de la celda, en la que llevaba un año, a su hermana Plava para que le ayudase.

 

Suvak sonrió y comentó: valiente tu hermana que intentó robar el tesoro real para fugarse del reino.

 

Eswebo rió, si, sin duda de mis quince hermanos es mi favorita.

 

El goblin añadió con maldad, sin duda, las ovejas negras de la familia.

 

El príncipe bufó y contesto con un calla sucio piel verde.

 

Diez minutos después Eswebo que se aburría y no podía estarse mucho rato callado preguntó a su ayudante si seguía teniendo contactos en la ciudad portuaria de Aestria.

 

Suvak sonrió, si señor, recuerda que me crié allí muchos años antes de que mi padre se jubilase de guardia de la ciudad y fuese a vivir a una aldea donde tu padre le regaló unas tierras.

 

Rercuerdo esa aldeucha donde te conocí replicó el semielfo, tenía una extraña y gran piedra a las afueras.

 

¿Y exactamente qué te llevó allí mi estimado jefe?

 

Eswebo se tomó una pausa para recordar, creo que estaban vendiendo artículos mágicos ilegales a un comprador extranjero y entonces unos aldeanos nos vieron y trataron de perseguirnos y tu pasabas por allí y me escondiste en el bosque hasta que dejaron de buscarme.

 

El goblin comentó que todavía recordaba cómo quemaron en una pira al extranjero.

 

Y me sableaste la mitad del dinero que me pagó ese pobre hombre para comprar tu silencio dijo Eswebo.

 

Vaya dijo Suvak, no recordaba tal hazaña, pero desde ese momento he trabajado lealmente para usted jefe.

 

Y no creo que te haya ido tan mal replicó el semielfo.

 

No me quejo señor.

 

Cuando llegaron a Esvan y se reunieron con Jerdo y Zivana, la reina elfa, el príncipe les explicó a sus padres que quería una patente de corso, que Plava le acompañase para protegerle y que Heneo se haría cargo cobrando un treinta por ciento más de lo que cobraba ahora, que era menos de la mitad de lo que cobraba Eswebo por hacer lo mismo, o mantener su sueldo de secretario si le permitían que su amante fuese ascendida a concubina y el hijo de esta fuese su heredero.

 

Jerdo dijo que hablaría con Heneo para arreglar lo de su nueva concubina y heredero y dijo que podía ir a liberar a su hermana no sin antes, mientras protestaba por Plava, recibir un codazo de Zivana para obligarle a reflexionar para que esta pudiese salir de la celda.

 

Gracias padre, gracias madre contestó Eswebo mientras se acercaba a besar a su madre en la mejilla y esta le daba un saquito lleno de monedas de oro mientras Jerdo miraba con mala cara a su esposa.

 

Tras ir a uno de los dos sastres de la ciudad y pedirle unas ropas cómodas para su hermana este, al saber para quien era, las vendió a un precio muy bajo, con lo que Eswebo sonrió y pagó al instante.

 

Luego fue a la celda de su hermana que estaba vestida con una bata de prisionero y, tras esperar a que un guardia abriese la puerta, entró y puso la ropa en el camastro de su hermana.

 

Vístete Plava, he conseguido tu libertad.

 

La semielfa miró a su hermano extrañada mientras empezaba a desvestirse.

 

Eswebo hizo al guardia un gesto para que se fuese mientras comentaba a su hermana que Zivana le había ayudado, codazo mediante, a que padre accediese a mi petición de liberarte.

 

¿Con qué finalidad?.

 

Para que me protejas, estamos en guerra y nuestro padre me ha concedido una patente de corso y necesito tripulación para mi barco.

 

Plava se quedó quieta y comentó que no sabía si sería mejor quedarse en la celda.

 

Eswebo sonrió, lo dudo querida, nuestro padre empieza a envejecer, alguno de tus hermanos podría pensar que serías un estorbo más adelante y en una celda podrían asesinarte muy fácil.

 

Plava terminó de vestirse, pues salgamos de aquí cuanto antes.

 

Gracias a lo que Eswebo había ahorrado y lo que su madre le había dado Suvak pudo comprar un viejo pero rápido balandro, de nombre Etrella Tenue, algunas armas y reclutar a seis marineros y un capitán en unas horas, esa misma noche los diez que formarían la tripulación salían con el barco repleto de víveres.

 

Tras siete días viajando hacia el oeste el capitán Breon les dijo que había una cala de difícil acceso y lejos de los principales puertos y ciudades, sería un buen lugar para explorar si podían obtener algún botín sencillo.

 

Tras bajar tres pequeñas barcas de remos en las que iban dos tripulantes en cada barca, dejando a Breon y tres más en el barco de vela, se aproximaron a la cala.

 

Tras llegar a tierra firme se dirigieron a una colina que les había señalado el capitán y allí los semielfos observaron durante un buen rato hasta que Plava se acercó a su hermano y le señaló un rebaño de ovejas.

 

Eswebo torció el morro, buen inicio para un príncipe, ladrón de ovejas, espero que no salga esta parte en mis futuras gloriosas crónicas.

 

 

Capítulo 2. Ladrones de ganado.

 

Plava le indicó los dos enormes perros de raza mastín que estaban vigilando a las ovejas y le sugirió a su hermano que podía matarlos con las flechas y luego señaló al pastor y dijo que si no huía podía hacer lo mismo.

 

Eswebo sonrió, no, no haremos eso, hay otra forma dijo mientras sacaba un pequeño saco que contenía hojas de la planta dormilona, también sacó un pequeño mortero y mientras le pedía a Suvak agua de su cantimplora extrajo unas hojas de dormilona y las vertió en el mortero.

 

Estuvo unos segundos machacando las hojas con agua y luego fue a su carcaj y extrajo una flecha silbante y untó bien en la madera de la flecha el líquido que había quedado en el mortero.

 

Toma Plava, tira esta flecha cerca de los perros sin darles y seguro que se acercan al ruido y huelen bien la flecha, lo que les hará caer dormidos en unos segundos y no habrá que matarles.

 

Como gustes hermano dijo la semielfa, cogió la flecha, la puso en su arco y disparó consiguiendo que la flecha con un silbato de madera tallado en su punta abultada empezase a generar un sonido que se escuchó a mucha distancia.

 

Los dos mastines se acercaron ladrando hacia donde había caído la flecha y empezaron a olfatear cayendo dormidos en pocos segundos.

 

Eswebo se aproximó hasta el pastor apuntándole con una flecha mientras su hermana hacía lo mismo y le pidió al hombre que se estuviese quieto donde estaba.

 

Se aproximaron hasta el pastor y examinaron el número de ovejas que había, ochenta y tres contaron rápidamente, entonces el semielfo le dijo al pastor que no habían matado a los perros y que le robarían cuarenta ovejas, que no querían llevárselas todas para no arruinarle.

 

El hombre miró al semielfo con mirada odiosa y respondió que no tenía nada que decir, que hiciese lo que quisiese.

 

Bien, Suvak encárgate junto con el resto de llevártelas mientras vigilamos a este buen hombre.

 

Cuando ya habían llevado las cuarenta ovejas hasta las barcas y al barco en varios viajes, regresaron para avisar al jefe y entonces este le dijo al hombre que los perros se despertarían en más o menos tres horas por el tiempo que había pasado, que no se preocupase por ellos.

 

Luego él y su hermana se fueron alejando a paso lento del pastor y el resto de las ovejas y Suvak le preguntó que por qué no había cogido todas las ovejas.

 

Plava se acercó para escuchar la respuesta puesto que también estaba interesada en el hecho.

 

Bueno, dijo Eswebo, en primer lugar no creo que cupiesen todas, no por peso si no por volumen, no se pueden poner unas encimas de otras, y además no tenemos suficiente comida para ellas y llegarían varias muertas, el pestazo del olor iba a ser enorme y no me interesa un retorno así.

 

Suvak sonrió, a mi me daría igual y podríamos comer carne de oveja en el viaje.

 

La semielfa que tenía narices de remilgada elfa estuvo más de acuerdo con el razonamiento de su hermano, además añadió que las ovejas cagarán mucho durante el viaje y que ella no pensaba limpiar el barco.

 

Seguro que a Breon tampoco le va a encantar lo que traemos a su barco añadió Eswebo, pero con lo que le pago no pasa nada por que se queje un poco.

 

Suvak se rió, no lo enojes, no hay tantos capitanes locos en el reino que quieran ser corsarios al mando de un príncipe loco, más te valdría aprender navegación por si un día abandona tu tripulación.

 

¿No sabes navegar tu Suvak? Preguntó Eswebo.

 

Psee, un poco, pero no conozco las corrientes ni sabría bien que hacer en una tormenta fuerte, no estuve toda mi infancia cerca del mar, recuerdas.

 

Bueno, pues habrá que aprender a navegar dijo el jefe y miró a su hermana, tu también señorita, nunca sabes qué nos deparará el futuro, no estoy muy seguro de que el reino de nuestros padres sobreviva a esta guerra.

 

Si respondió Plava, yo tampoco ando muy convencida de ello, nuestro rival el Imperio Torron lleva años haciéndose fuerte y cortó el comercio con nosotros tiempo ha, por eso yo quise conseguir algo de dinero real y largarme, pero padre tiene espías por todas partes.

 

Mientras charlaban llegaron hasta las dos barcas que quedaban en la costa donde una pareja de tripulantes estaban protegiéndolas, se subieron en ellas y mientras Suvak y Plava remaban, Eswebo seguía hablando y quejándose del olor a oveja que había en la barca.

 

Breon les saludó cando se subieron al barco, no esperaba este botín dijo mientras señalaba a las baladoras ovejas, ha sido complicado subirlas desde las barcas con cuerdas una a una.

 

Por eso cogí a las jóvenes dijo Eswebo, eran más fáciles de mover y comerían menos durante el viaje.

 

Bien pensado dijo el capitán del Estrella Tenue.

 

¿No ha habido novedades en nuestra ausencia, no? Preguntó el semielfo.

 

No señor, replicó el capitán, si no lo más prudente habría sido alejarse y regresar de noche para tratar de sacaros de aquí, pero la suerte ha estado de nuestro lado en el día de hoy.

 

Ya me alegro, dijo Eswebo, pues regresemos a Aestria a vender la carga, ha sido un trabajo bastante productivo y de poco riesgo, si hubiésemos tenido otro barco quizá habría traído más ovejas, pero tampoco está mal lo conseguido.

 

 

Capítulo 3. Escogiendo presa.

 

Tras haber dejado la mercancía en el puerto de Aestria, el treinta por ciento del ganado fue directamente a manos de la corona y el resto se vendió en subasta, el rey prefirió el ganado al dinero obtenido en la subasta pues pensaba que si asediaban su reino, y especialmente el puerto de Aestria, sería complicado obtener alimentos.

 

Tras reaprovisionarse el Estrella Tenue partió de nuevo a la mar, mientras Plava le comentaba a Suvak que un treinta por ciento solo por la patente de corso le parecía excesivo.

 

Cierto contestó el goblin, pero vuestra madre ha tenido a bien financiar nuestra expedición, no creo que haya que ponerse quisquillosos en esos menesteres, además gracias a ella estáis libre.

 

Si, bueno, cierto es que ayudar a la reina no es mala cosa visto así, la pobre estará llena de preocupaciones y mi padre es probable que la amargue todas las noches con sus pensamientos acerca de la guerra.

 

De día los semielfos y el goblin aprendían a navegar, por las noches cuando eran despejadas, Breon les enseñaba a orientarse mediante las estrellas, cosa que era más sencillo para los hermanos debido a su mejor vista, y cuando la noche era nubosa, aprendían a interpretar mapas en el camarote del capitán, cosa que a Suvak no se le daba especialmente bien, pero que trabajaba mucho para no quedarse atrás.

 

Normalmente de día siempre estaba uno de los hermanos subido a la cofa del único mástil, desde ese lugar de observación en lo alto hacían de vigías por si veían otros barcos, cuando lo hacían llamaban a algún tripulante con peor visión pero más curtidos en saber el tipo de embarcación que estaban viendo.

 

Lo primero que vieron fue un pequeño barco de transporte, pero el marinero que subió junto a Plava dijo que era demasiado rápido para darle caza, por lo que volvió a bajar para informar al capitán y seguir trabajando.

 

Dos días más tarde estaba subido Eswebo en la Cofa y divisó un barco grande, cuando subió esta vez el propio Breon, y finalmente divisó donde señalaba el semielfo, el capitán empezó a gritar para que le oyesen abajo, cambio de rumbo, vamos hacia el norte ya mismo.

 

¿Qué pasa preguntó el semielfo?

 

Es un barco militar, si nos cogen nos destrozarían rápidamente, llevan hasta balistas a bordo para tratar de hacernos un agujero en la linea de flotación, sin contar que habrá varios arqueros y soldados para asaltar nuestro barco.

 

Espero que no nos hayan visto y no nos persigan dijo Breon mientras bajaba a máxima velocidad para dirigirse al timón de espadilla del barco y ayudar al marinero que estaba ya cambiando el rumbo.

 

Plava subió junto a su hermano para ver el barco, si que parece bastante grande y armado hasta las cejas dijo esta.

 

Eswebo afirmó subiendo y bajando la cabeza, hay que ver si se ha dado cuenta de nuestra presencia y nos persigue.

 

Por suerte los minutos iban pasando y el gran barco de guerra seguía su trayectoria normal mientras el barco corsario se alejaba poco a poco.

 

Breon comentó que quizá haber capturado esas ovejas había puesto a la armada de Torron a realizar patrullas, así que habría que andarse con cuidado.

 

Por fortuna haberse alejado del barco de guerra dirigiéndose al norte les había puesto al atardecer en la ruta de un barco pesquero del Imperio Torron, una nao que regresaba a casa de aguas más frías al norte y repleta de pescado.

 

Cuando Plava divisó el barco y avisó, subió un marinero que dijo que era un barco de pesca y sabiendo de donde venía podían suponer que iría con la bodega de carga llena, fue a comunicárselo a Breon que enseguida le dijo a Eswebo que era una oportunidad que no debían dejar pasar.

 

Suvak se acercó vilmente a su jefe, de ladrón de ovejas a ladrón de pescados, ya estoy empezando a vislumbrar cómo serán tus crónicas jefe.

 

El semielfo bufó, calla piel verde, no se por qué te pago tanto por incordiarme.

 

Porque nunca te he traicionado jefe dijo y luego mostró su sonrisa colmilluda.

 

Algo muy noble por tu parte dijo Eswebo mientras se dirigía al lugar tapado con una tela donde pasaban noche él y su hermana, había otro parecido para el capitán, ambos muy pequeños, allí cogió su arco, el de su hermana y los carcajs de ambos.

 

Cuando Plava bajó a cubierta a por su arco y su carcaj vieron como dos marineros manejaba la vela, el capitán el timón y cuatro restantes estaban en los asientos de los remos auxiliares, dos sujetaban un remo grande en un lado y otros dos otro remo en el otro, dado que faltaba un tripulante para manejar dos remos más y sería contraproducente manejar solo otro remo al ser impares si hacían eso, los semielfos subieron hasta la cofa para poder disparar lo antes posible y Suvak se quedó en la cubierta sentado con su espada y su escudo descansando mientras el barco avanzaba.

 

El Estrella Tenue avanzaba a oscuras, se habían apagado todas las luces y eso sirvió para que el vigía del barco pesquero no les viese dado que ya casi era de noche.

 

Cuando se aproximaron lo suficiente Plava disparó al vigía y lo fulminó al instante, entonces su hermano ocupó el lugar de su hermana que se apartó a un lado y se sujetó de una cuerda para permitir que su hermano tuviese sitio para tensar la cuerda de su arco y este se dispuso a lanzar la primera flecha, pero antes pasó su mano sobre la punta y gracias a su magia prendió fuego a la punta que su hermana había pensado que tenía una forma extraña.

 

Mientras la flecha iba a su destino su hermana le dijo que no sabía que podía hacer magia.

 

Eswebo dejó el sitio a su hermana y contestó que solo Suvak lo sabía.

 

Donde se clavó la flecha incendiaria del semielfo empezó un incendio bastante vivaz, cuando los tripulantes del pesquero se dieron cuenta salieron rápido a apagarlo y Plava y Eswebo se iban turnando para disparar a las piernas de los pescadores y dejares fuera de combate.

Cuando los barcos estuvieron uno al lado del otro y los corsarios subieron al otro barco, los pescadores, mayormente heridos, se rindieron y Eswebo se acercó al fuego y con magia de aire trajo agua marina hasta el fuego y lo extinguió de inmediato.

 

El semielfo observó a los pescadores y les habló, vamos a ataros y encerraros en la bodega junto al pescado, nos iremos acercando a la costa y os permitiremos ir a ella en vuestros botes, pero nos quedaremos el barco y su mercancía.

 

El capitán del barco pesquero protestó enérgicamente, pero cuando Suvak acercó la espada a su cuello dejó de hablar.

 

Eswebo indicó que era su imperio el que había declaro la guerra al reino de Engor, por lo que tenía todo el derecho del mundo a atacar al enemigo y hacer con el lo que quisiese, que podían estar contentos que no les iba a vender como esclavos.

 

Los pescadores ante tal perspectiva enmudecieron y no volvieron a protestar.

 

Tres días más tarde, cerca de Engor, y casi al anochecer para que no les persiguiesen, los pescadores salieron del barco pesquero en botes y se dirigieron hacia la costa de su propio imperio, Eswebo y cuatro corsarios más se hicieron cargo del pesquero y siguieron al Estrella Tenue que se dirigía rumbo a Aestria.