Sombras nada más
Qué breve fue tu presencia, apenas un respiro y sin embargo era como si un centenar de luciérnagas flotaran alrededor disipando las sombras. Y ahí estaba yo, como un duende temblando ante el recuerdo de aquellos radiantes ojos azules, que nunca estuvieron dirigidos a mí. Siempre estuve perdido en la soledad.
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