A dama da torre-Capitulo 3

me hallé ante una construcción, una torre.
Se trataba de un edificio bajo, un máximo de cuatro hombres colocados
de pie, el siguiente a continuación del anterior.
La arquitectura reflejaba mucha solidez, para nada sacrificada su belleza,
ya que las vistas eran dignas de elogio.
Detrás de la torre, a un tiro de piedra se encontraba la respuesta a la luz
que despertó mi interés...una antorcha sobre un pedestal.
Comprendí que la razón y la naturaleza de este reclamo era llevarme
a donde estoy ahora, a los pies de tan majestuosa creación.
Me hallaba en la parte frontal, justo a mi altura una puerta y sobre ella
una alcoba, del interior emanaba una luz intensa y muy suave a la vez,
del color naranja de un atardecer otoñal, el aroma a vainilla reinaba con
una intensidad que parecía acariciar la piel, muy lejos de empalagar.
Una presencia se arrimo al balcón de hierro, me mantuve!
Se quedo quieta, silenciosa...al cobijo de la luna se mostró una dama,
aunque parcialmente. Un largo y laborioso vestido cubría su figura,
negro como la noche mas oscura y opaco como el carbón, en contraposición
los hombros, el cuello y el escote resplandecían. Su cabeza se hallaba cubierta
por un velo, también negro, sobresalía un cabello del color del oro...
a contraluz se apreciaban las lineas y el contorno de un rostro que despertó en
mi la curiosidad mas absoluta.

En el vestido, bajo su escote, el dibujo bordado de las alas de una mariposa,
sublime! Entonces hablo:-Quien sois?
-nadie aun, pues acabo de llegar.