Scarborough Fair - Blog de Hache-ijk
Hola a todos! Hace no mucho, llegó a mis oídos gracias a mi padre la bonita canción de Scarborough Fair, datada del siglo XII. Es preciosa, y desde que la escuché he querido escribir una historia sobre ella ^^ Así que aquí está:
PD: Os dejo la versión que más me ha gustado y además, la más medieval =3 Un precioso sonido!
Introduction
Un bache en el camino hace que Arely despierte de su profundo sueño sobresaltada. Pestañea varias veces seguidas para conseguir aclarar su vista, comprobando que se encuentra en el mismo carruaje que antes de dormirse.
Sus padres, sentados con pose vertical y perfecta en los asientos de enfrente, no quitan el ojo de encima a su adormilada hija. La adolescente intenta erguirse con cuidado, pero un peso conocido le impide hacer su voluntad.
-¡Ay! Vanessa, despierta. ¡Qué pesas mucho! – Su hermana melliza le hace oídos sordos y se estira un poco más encima suyo para incordiar, ocupando todo el espacio posible. - ¡Me haces daño! ¡Para!... – Un estirón más… - ¡Auu!
Miss Kendrik sonríe al ver a sus hijas tan enérgicas después del largo viaje.
-Venga, niñas, parad. – Tiene ya mucha práctica como para que irriten su paciencia.
-¡Eso díselo a Vanessa!... ¡Ayy, para ya! – Arely empieza a irritarse, sabiendo que ya tiene malos despertares de por sí.
-Vanessa, deja en paz a tu hermana, anda. – Sr Kendrik lo dice sin ganas, con los ojos cerrados, pensando que las mellizas ya no tienen edad para ser tan infantiles, pero mantiene sus pensamientos invisibles para no discutir con su mujer.
Vanessa accede al final a las "súplicas" de sus padres y al mal humor de su hermana. Se yergue para recolocarse el ajustado corsé y alisar la falda verde, a juego con sus preciosos ojos infantiles, brillando curiosos por el paisaje que ve entre las rendijas de la ventana.
-¿Ya estamos en Inglaterra? – Pregunta alegre, como si las horas de sueño no le hubieran hecho ningún efecto.
-¿Dónde vamos a estar sino? ¿En España?
-Pues creo que no, porque acabamos de venir de allí. – Responde al tono sarcástico de Arely, y esta finaliza sacándole la lengua sin que su hermana se dé cuenta, está demasiado ensimismada apreciando el bosque que le rodea.
Su madre decide intervenir.
-Exactamente nos encontramos en el condado de Yorkshire, cerca ya de Scarborough.
Vanessa echa un rápido vistazo al poco cielo que llega a disipar entre las copas de los altos y frondosos árboles mientras su madre da una charla histórica sobre el lugar. Suspira.
-¿Aquí nunca hace sol? – Le corta el discurso sin darse cuenta. Vuelve a soltar aire, demostrando a sus padres la nostalgia que siente por España.
-No os preocupéis. Pronto os habréis acostumbrado a este clima. Al fin y al cabo, tenéis sangre inglesa, de aquí procedéis. – A Sr Kendrik se le dibujan los dientes en la cara. Arely se da cuenta. Muy pocas veces ve sonreír a su padre, es el más apagado de toda la familia, pero está feliz de que él se alegre por volver a estar en casa.
Entonces mira a su madre, ella se percata y le sonríe, Arely le aparta la mirada, avergonzada. Miss Kendrik entiende por lo que está pasando su hija mayor, por lo que decide darle ánimos, cogiéndole de la mano.
-No estés nerviosa, le gustarás. – Ella agradece el gesto, y le sostiene la mano a su madre, apretando más fuerte conforme llegan a su pueblo natal.
Chapter 1
Tardaron apenas media hora en entrar en la ciudad. El carruaje recorrió las calles del pueblo, con dos caballos blancos, corpulentos y elegantes, que llamaban la atención de todos los campesinos presentes.
Se hizo un silencio incómodo por parte de los aldeanos; el herrero abandonó su martillo en el yunque, los taberneros salieron de sus posadas para averiguar la identidad de los ricos visitantes, las lavanderas detuvieron su paso hacia el río; tan sólo los niños hicieron el momento más ameno, persiguiendo entre gritos y risas a los grandes equinos del cochero.
La situación cambió en unos segundos, la gente regresó a su trabajo, pensando en si serían unos simples burgueses que estaban de paso, o si se trataba de invitados del señor feudal de la zona. Pronto lo averiguarían.
Dentro del carruaje, los corazones rebosan de felicidad, mientras que uno en particular palpita más fuerte de lo normal. Arely está muy nerviosa.
-Bien, ya casi hemos llegado. Niñas, ¿os han servido las clases de inglés?
La melliza rubia, mira a su padre y recita la presentación que tiene memorizada en la cabeza, con una pronunciación casi perfecta. Al terminar, sonríe, no sufre un mal veredicto.
-¿Vanessa? – Tras esta pregunta se hace el silencio. Unos ojos color hierba descienden hasta fijar la atención en los zapatos que viste su dueña. No se atreve a mirar a su madre, los idiomas nunca han sido lo suyo. – Bueno, no te preocupes. En menos de un mes ya verás como conseguirás hablar perfectamente. – Vanessa accede a la afirmación de su madre, espera que sea cierto, sino, ese mes se le podría hacer eterno.
El cochero llama la atención de los corceles con un tirón por parte de la cuerda, deteniendo así el avance de los cascos y las ruedas. Un suspiro de Sr Kendrik avisa del esperado momento.
-¡Llego la hora! – Espera a que su sirviente abra la puerta de su derecha, bajando él primero, seguido de su mujer.
Vanessa aguarda a que su hermana tome la iniciativa, pero la ve paralizada a su lado. No se lo piensa, apoya su mano en el hombro de Arely y da un leve apretón, seguido de un abrazo tierno.
-No te preocupes, todo va a salir bien. Por lo que veo, este prometido tuyo no está nada mal. – Sus palabras hacen efecto, creando una rápida mirada de curiosidad por parte de su hermana a los anfitriones del castillo. Arely le da un "gracias" con los ojos. – Venga, vamos.
Las mellizas descienden los escalones con la ayuda de los sirvientes y se acercan a sus padres, quienes saludan al matrimonio East con ansia. Arely, por auto reflejo coge la mano de Vanessa y aprieta fuerte.
-¿Es ese chico tan alto? ¿El que está cerca de padre y madre?
-Sí, creo que sí. Es hijo único y no hay nadie más. – Arely sonríe. – La verdad es que es guapo.
Ambas se colocan a la derecha de sus padres, esperando a que Sr Kendrik haga las presentaciones necesarias.
-Antony, Selma, dejadme presentaros a mis hijas, no las llegasteis a conocer. – Se coloca a un lado para que las mellizas queden cara a cara con sus amigos. – Ella es Vanessa, la pequeña.
Vanessa hace una reverencia, inclinando el rostro y elevando unos centímetros la tela de su vestidura.
-Una belleza de joven, sin duda. – Recalca Sr East en un español pulcro, haciendo así la charla más fluida. Mira también a Arely.
-Y ella, Arely, la prometida de vuestro hijo. – Mientras suelta estas palabras, Sr Kendrik se siente honrado y satisfecho, no intenta ocultar su orgullo.
Entonces, el muchacho que se encontraba en segundo plano hasta ahora, decide intervenir. Se coloca frente a los visitantes y hace una educada reverencia, lenta y con clase.
-Me alegro de verte al fin, soy Dominick. Es un placer. – Coge la mano de la melliza y la besa de la forma tradicional. Arely comienza a sonrojarse por el acto. – Ya me imaginé que tendrías un cabello de oro, tu nombre lo demuestra.
Vanessa y Arely sonríen ante aquella característica. Los adultos miran la escena con ternura.
Un mayordomo aparece en la puerta principal, rompiendo el íntimo momento familiar.
-Sr East, tanto la cena, como las habitaciones de los invitados están listas. Pasen cuando quieran al comedor.
-Gracias, y saca un buen vino para celebrar la llegada de estos buenos amigos.
-¡Magnífica decisión, Antony! – Sr Kendrik se coloca a la altura de su amigo y charlan mientras llegan a la mesa.
Miss East acompaña a la madre de las niñas, mientras que estas se quedan quietas observando al ya muy querido Dominick.
-Es un buen partido. – Admite Arely.
-¡Ah, no! ¡Es un muy buen partido! – Corrige Vanessa con energía.
Y juntas alcanzan al resto.
La cena fue tranquila, llena de risas y observaciones de España, viejos recuerdos, historias de cacerías, asombrosas visiones y largos paseos, entre otros muchos temas. Alguna que otra vez unas frases en inglés se colaban por despiste, haciendo Arely de traductora para su hermana, quien avergonzada, cuando le preguntaban intentaba decir el mínimo número de palabras posibles en ese idioma tan complicado para su lengua.
El sol ya se había ocultado cuando la carne hubo desaparecido de la vajilla. Se les mostró las habitaciones a la familia Kendrik, asignando una al matrimonio y otra compartida para las mellizas, con dos camas individuales.
Hubo despedidas amables y elogios de buenas noches. Y, en poco tiempo, los pasillos quedaron sumergidos en un silencio nocturno y apaciguado, exceptuando los ronquidos masculinos de algunos personajes.
Chapter 2
Las horas de sueño pasaron rápidas por el cansancio del viaje. La mañana llegó calurosa, con la característica temperatura de junio.
Vanessa despierta con la luz de un rayo de sol entrando por la ventana. Se toma su tiempo, entre esas sábanas limpias una se siente demasiado a gusto.
Cuando decide abrir del todo los ojos observa la habitación desde su almohada; dos armarios de madera oscura, separados por un escritorio de gran tamaño, unas mesillas diminutas al lado de las camas, con un candelabro cada una con velas aun sin estrenar.
Echa un vistazo a su hermana, ella sigue en la cama. Vanessa sonríe, un pensamiento malévolo y juguetón la atrae. Se separa de su dormitorio e incorpora, dejando que el camisón caiga a su manera sobre su cuerpo, ya poco adolescente. Intenta no hacer ruido, apoyando la planta del pie de forma muy delicada. Se separa del suelo y coloca al lado de Arely, va dejando caer el peso poco a poco para no despertarla.
Entonces, comienza a soplar en la oreja de su hermana, produciendo unas cosquillas que crean espasmos en el cuerpo dormido. Se ríe mientras juega, quiere hacer enfadar a su melliza. Sigue soplando, hasta que un puñetazo en la cara hace que se caiga al suelo. Un grito sale de su garganta, creando así un brusco despertar para Arely.
-¿Qué pasa? – Mira a Vanessa, tirada en el suelo, rodando sobre sí histérica.
-¡Que qué pasa! ¡Pues que me has dado un puñetazo en la cara! – Grita enfadada.
Arely no entiende en principio, pero en seguida comienza a reírse de su hermana, entiende que falló en su intento de despertarla.
Trucan en la puerta, y al abrirla aparecen dos hombres grandes y fuertes. Las mellizas se quedan anonadadas.
-Disculpen por la interrupción, señoritas. Soy Drake, y mi compañero Dimitri. Nos han encargado que les acompañemos en todo momento por su protección. – Suelta lo que le han ordenado con la vista en el suelo, no tiene permitido mirar a las hijas de los Kendrik sin su consentimiento.
Las hermanas siguen en sus lugares, quietas, un poco extrañadas por la situación. No se lo esperaban. Vanessa rompe el hielo levantándose y sacude su camisón.
-Bueno… pues, bien. – No sabe exactamente qué decir. - ¿Hay algún plan ya hecho para hoy?
-Sí, señorita Vanessa. El señorito Dominick ha decidido llevaros a su hermana y a usted, después de la comida, por los alrededores para conocer el condado. – Informa Dimitri, también con la vista en otro lugar.
-Entendido, ¿podéis ir a avisar a los señores de que bajaremos en media hora, por favor? – Pide Arely en inglés.
-Sí, señorita. – Ambos hacen una reverencia y salen de la habitación dejándoles intimidad a las jovencitas.
Durante esa media hora hubo cuchicheos, bromas, cosquillas, juegos entretenidos y tirones de ropa, unos cuantos dolores de pecho y momentos sin respiración. Al final, las antes niñas somnolientas, se convirtieron en unas damas hermosas de clase alta, con la única diferencia del color del cabello y de sus ojos, rebosantes de curiosidad.
Aquel día estuvo lleno de naturaleza y curiosidades. Los campesinos pudieron descubrir a las personas que protegía el carruaje del día anterior, dos adolescentes de gran belleza y elegancia paseaban por las calles empedradas del lugar. Una de ellas, la del pelo liso y del color del sol, tan raro de ver por ese reino, iba recogida por el brazo del hijo del señor feudal, quien les explicaba la historia de Scarborough con alegría y, presentándoles a personajes característicos de la población. Pero siempre con una escolta personal de dos hombres que nunca cambiaban la expresión del rostro, recto y simétrico.
Vanessa está impresionada, los hogares y la gente se reflejan en el espejo de sus ojos esmeralda. Es todo muy diferente a España, no mejor, tampoco peor, diferente nada más. Una diferencia que le gusta, aun sin ver muchos ratos el cielo despejado.
Dominick no cesa de contarles todo lo que él sabe, echa de vez en cuando una mirada a sus acompañantes. Charla con Arely con frecuencia pidiéndole su opinión, y pregunta cualquier cosa a Vanessa con tal de que consiga decir unas pocas palabras en inglés, quiere ayudarle a entender el idioma.
Él se detiene y se dirige a Vanessa una vez más, le habla en inglés, de forma lenta, pero por la cara que pone la muchacha, no entiende muy bien. Repite entonces, esta vez en español.
-Si hay algo que no entiendes, puedes pedirme que te lo repita con otras palabras o en español. No me resulta difícil.
Vanessa se sonroja de vergüenza, que una dama no sepa por lo menos dos idiomas, es algo innegable.
-No, no te preocupes. – Consigue pronunciar sin dificultad. – Gracias, pero prefiero intentarlo yo sola.
-De acuerdo… - Pero no le va a hacer mucho caso, al menos, no siempre. – Vayamos a la posada, beberemos algo.
Se acercan a la puerta, permitiendo Dominick que pasen ellas primero, haciendo los honores. Les hace sentarse en una mesa al fondo del todo.
El ambiente está animado, varias personas charlan en las mesas de alrededor, y los encargados del lugar limpian y sacan a relucir el barniz de la madera. Dominick se acerca al tabernero.
-Buenos días, Jerson.
-Bienvenido, señorito Dominick. ¿Qué quiere tomar hoy?
-Póngame una jarra de hidromiel para mí y dos vasos de agua para las señoritas. – Dice señalando hacia el lugar donde se encuentran.
En no mucho tiempo vuelve a la mesa con las bebidas entre las manos, las apoya y se sienta, de espaldas a la muchedumbre.
Vuelven a charlar, en inglés, claro. Y surgen vivencias de la infancia y comparaciones. Son jóvenes, aventureros, y aun tienen algunas fantasías en la cabeza que sacan a relucir, aprovechando que los padres no se encuentran cerca.
Vanessa intenta seguir la conversación, pero le es demasiado complicado por la velocidad con la que hablan Dominick y su hermana, así que acaba evadiéndose del lugar sin percatarse. Mira hacia delante, durante mucho rato no piensa en nada, hasta que Arely le roza el brazo con la mano.
-¿Estás bien? – Le pregunta en el lenguaje de su infancia.
-Oh, sí, tranquila. Sólo que me gustaría volver al castillo, va a anochecer en breves, y estoy cansada.
Dominick interviene.
-Está bien, vámonos.
-No, no hace falta que me acompañéis, me iré con Drake. Me apetece pasear.
Le da un beso a su hermana y se levanta, haciendo una reverencia a su anfitrión. No se gira, sale directamente a la calle, con Drake pisándole los talones, trabajo que hace incluso mejor que la sombra de ella.
Aun hay luz en el horizonte, aunque no durará mucho, la luna llena ya se aposenta en el cielo.
La puerta de la taberna se abre a sus espaldas, Vanessa se gira, pensando en su hermana. Pero en vez de a ella, se encuentra una figura masculina de su edad. Soporta una caja, pesada, los brazos le tiemblan del esfuerzo. El muchacho se detiene, mirándola con desdén. Vanessa se extraña, que un campesino le mire de esa forma es algo asqueroso, no está en su derecho. Así que se cruza de brazos, de forma desafiante. Drake observa a ambos, no sabe qué hacer. El muchacho continúa con los ojos clavados en ella, no pestañea.
De repente, le da una sacudida y gira la cabeza. Empieza a caminar por la calle para dar la vuelta a la taberna.
-¡Eh, muchacho! – Lo llama Vanessa enfurecida, pero él no hace respuesta. - ¡Te estoy hablando, plebeyo!... ¡Oye! – Nada. - …Increíble…
Echa a caminar en la dirección que ha tomado el muchacho, está enfadada. Si va a vivir allí no puede permitir que los campesinos la traten como una igual. Drake la sigue, se lo está pasando bien con esa niña, es curiosa.
Vanessa gira la esquina que había tomado el chico hace apenas cinco segundos, pero él ya no está. Extrañada, Vanessa da vueltas oteando a la poca gente que queda en las calles.
-Señorita, hay que irse ya.
Vanessa accede.
El sol ya ha desaparecido en el pequeño rato que ha pasado, ocupando su lugar la luna, majestuosa y brillante en el cielo. Una luna azul, ataviada con una densa capa de nubes a su alrededor.
Chapter 3
Ya casi alcanzaban la puerta del castillo Vanesa y su protector, cuando desde el pueblo llegó un barbullo de gritos de terror.
Vanessa gira sobre sí y divisa el pueblo, que visualmente se encuentra en calma, pero contradicen sus oídos esa falsa paz, ya que distingue gritos de ayuda en la lengua inglesa. Se dispone a partir en su dirección cuando Drake la detiene, esta vez sí, mirándole directamente.
-Señorita, entre en el castillo.
-¿Pero no lo oyes? – Grita asustada. – ¡Mi hermana aun está en la taberna!
Vuelve a caminar en su dirección, esta vez de forma más rápida. Pero se detiene al comprobar que Drake no le sigue.
-Puedes acompañarme si así estarás más tranquilo. – Drake afirma, aunque sabe que más que nada, se trata de una orden.
En el pueblo la gente corría de lado a lado entre gritos. Asustada, Vanessa intentaba preguntar a los campesinos dónde se encontraba su hermana, pero nadie le respondía, sólo corrían histéricos.
Entraron en la posada, pero su hermana ya no estaba allí. Cuando fue a salir con Drake delante de ella, una mano la agarró por el brazo.
-¡Madre de Dios! ¿Está loca? ¡No salga allí fuera! – La voz de Jerson dejaba entrever un miedo atroz a la oscuridad nocturna de detrás de la puerta.
Vanessa intenta zafarse, no entiende lo que dice aquel hombre, pero aun así le está metiendo mucho miedo. Drake interviene, haciendo que el posadero suelte a la señorita de una forma delicada, después pregunta:
-¿Otra vez?
-Sí, esta noche han regresado, pero sólo es uno. Ha salido de la nada, por sorpresa.
Vanessa no entiende, pero tampoco se atreve a preguntar. Mira a Drake interrogativa.
-¿Dónde está mi hermana? – Pero no obtiene respuesta. - ¿Dónde está Arely?
-No lo sé. – Admite Drake. – Tal vez ya está en el castillo.
-Pues vayamos a averiguarlo. – Intenta alcanzar la puerta, pero Drake la recoge en brazos y la vuelve a posar en el suelo, un poco más lejos de la entrada.
-¡¿Pero qué te crees que estás haciendo?! ¡Suéltame!
-No puede salir ahora, corremos peligro. Todos. – Pronuncia en español. La agarra de la muñeca y arrastra escaleras arriba. El posadero los sigue, no sin antes asegurarse de que la puerta está bien bloqueada.
En el piso de arriba se encuentran con dos hombres más de avanzada edad.
-¡Suéltame! – Ordena Vanessa.
Drake obedece.
-Muy bien, ahora o me cuentas lo que está ocurriendo o traspasaré esa puerta. – La amenaza no es muy creíble, pero aun así el posadero interviene en español.
-¿Ha oído alguna vez hablar de la licantropía? – Le cuesta dejar salir esas palabras.
Gritos en el exterior humedecen el ambiente. Vanessa duda al no dar a crédito.
-…¿Licántropos?... ¿Hombres lobo? – Hace una pausa. - ¿Intenta que me crea que una bestia infernal está atacando el pueblo? – Produce una risa nerviosa, no se lo puede creer. – Santa María…
Jerson va a un rincón y regresa, entrega a los presentes unas cuerdas. También a Vanessa.
-¿Qué es esto? – Lo recoge con las manos.
-Los licántropos son alérgicos a la plata, es mortal para ellos. – Explica Drake. – Estas cuerdas están impregnadas con esencia de plata, el olor mantendrá alejado al hombre lobo de nosotros.
La mujer se desespera.
-¡Ya estoy harta! – Grita. – Esto no es un cuento de hadas, yo me voy a buscar a Arely.
Drake ya no aguanta más, la separa del suelo mientras ella grita. Consigue tumbarla en el suelo y atarla con la cuerda, aunque Vanessa no pone de su parte.
-¡Virgen santa, quieren callarse de una vez!
Un ruido interrumpe a los escondidos, la puerta ha caído.
-¡¡Ataros!!
Consiguen resguardarse con las cuerdas justo en el momento en que entra en la sala un espectro negro.
Vanessa cierra los ojos, no quiere mirar. Oye los gruñidos proferidos por ese demonio, tiembla al notar sus pisadas cada vez más cerca del grupo. No se atreve ni a respirar, está aterrada.
El demonio avanza hacia uno de ellos, uno de los clientes de la posada. El hombre llora mientras el hombre lobo lo olisquea. Se aparta de golpe entre chillidos y gemidos, la esencia de plata consigue hacer efecto. Pero ello no lo detiene, sólo ha conseguido enfurecer al demonio. Aúlla con rabia, y ello estremece las paredes de piedra.
Vanessa grita muy fuerte, entonces, el espectro cesa su voz y mira perplejo a la humana que tiene ante él. Se acerca lentamente, intentando no respirar el ponzoñoso aroma que proviene de las cuerdas.
Cuando ya casi la roza, Drake decide levantarse y, heroicamente se lanza sobre la criatura.
-¡¡Corramos!! – Grita uno de los hombres.
Tanto el otro, como Jerson, hacen caso a su sugerencia, abandonando la habitación sin ayudar a Vanessa o Drake. Este intenta zafarse de los intentos de mordisco del licántropo, pero uno de ellos acierta de lleno en el pecho del valiente guerrero. Un grito ahogado rompe su boca, y cae al suelo. El espectro remata al moribundo hombre degollándolo de un solo mordisco.
Vanessa ha sido espectadora de toda la atroz escena, ahora sí que no se atreve a moverse, está completamente petrificada.
La sangre empieza a decorar el suelo de la estancia, colándose entre las rendijas que deja la madera, goteando así hasta el segundo piso. No quiere mirar al cuerpo, intenta cerrar los ojos, pero no le responden sus músculos.
Lo tiene delante, justo enfrente. Un enorme lobo negro de ojos violetas le observa jadeando, dejando al descubierto unos colmillos manchados de sangre. No, no es un lobo, se sostiene sobre las dos patas traseras, sin tambalearse. Recuerda a la forma de un humano. Vanessa no sabe qué hacer, tampoco se le ocurre nada, las cuerdas imponen demasiada resistencia. Tan sólo vigila al hombre lobo.
El demonio no se acerca más de un metro a ella. Ella no lo entiende, pero un gruñido amenazador corta su pensamiento, y el demonio se abalanza sobre Vanessa Kendrik, con los colmillos de Satanás pidiendo sed de sangre.
Chapter 4
El pueblo se sumía en una calma fantasmal. Los campesinos intentaban dar esquinazo al demonio, escondiéndose en cualquier sitio. Pero no adivinaban que en la posada se estaba dando una pelea entre la criatura y una sencilla muchacha. Si lo hubieran sabido habrían ido a socorrerla… o no.
Vanessa ha conseguido separarse de las cuerdas, ahora ya de nada le sirven. De una patada aparta al licántropo de su lado, reteniéndolo apenas unos segundos, lo suficiente para erguirse.
El emisario de Satán vuelve a atacar a la joven, derribándola de nuevo. La chica se golpea la cabeza contra el suelo, siente una punzada de dolor que no cesa, pero la adrenalina que ahora mismo le recorre el cuerpo evita que le preste gran atención.
Tiene los colmillos ya muy cerca del rostro y, con las manos, intenta detener el mordisco. Alcanza la cuerda con la mano izquierda y, como si se tratara de un látigo, golpea en el costado al licántropo que suelta un aullido de dolor inimaginable. Un aro de vapor asciende en la atmósfera mientras el animal se derrumba en el suelo y se revuelca. Vanessa se levanta y observa como el pelaje negro de esa zona se convierte en un líquido rojo que emana sin pausa.
El hombre lobo se levanta, y de nuevo, embiste a la joven. Ella se defiende colocando la cuerda delante de sí, dejando que entre en contacto con la garganta de la bestia. Una vez que ha caído al suelo, le rodea todo el cuello con la herramienta y deja que se retuerza mientras una oleada de vapor sale de su cuerpo. De repente, un recuerdo aparece en su mente.
Ella de pequeña leyendo un libro de fantasía, con una frase en especial: "Si alguna vez con un emisario del anticristo te encuentras, no estarás condenado a la muerte eterna. Halla entre muchos el verdadero nombre de su portador, así conseguirás salvarte de un destino atroz."
Y decidió creer en esas palabras:
-¡Liam! …
Pero no ocurrió nada diferente, seguía torturando a un licántropo con una cuerda con esencia de plata entre gemidos incesantes.
-¡Gael! … - Nada. - …
-¡Darwin! ¡Jaden! ¡Bill! ¡Gary! ¡Madison! ¡Harrison! ¡Steve! ¡Jefferson! ¡Marley! ¡Wilder! ¡Edison! … - Miles de nombres utiliza, hasta que…- ¡Hassel! – Y con este último, los aullidos de la criatura cesan.
Vanessa no se fía, pero después de comprobar durante unos segundos que el animal no emite ningún sonido ni movimiento, se aparta con cuidado, apretando con fuerza la cuerda entre sus manos, manchadas de sangre por la ardua pelea.
Se asusta, una convulsión estremece al cuerpo inerte del lobo. La sigue otra, otra, otra, y así sucesivamente hasta que su cuerpo empieza a moldearse violentamente.
Vanessa grita, se apoya bruscamente contra la pared, como intentando fundirse con ella. Cierra los ojos, siente un pavor inhumano. Cuando deja de percibir sonidos extraños, decide volver a mirar.
Sus ojos se salen de las órbitas, un muchacho… un muchacho se encuentra tirado en el suelo, junto al cuerpo desfigurado de Drake. Intenta acercarse hasta él, con muchísimo cuidado. Evita tocar la sangre que mancha todos los rincones del suelo, se arrodilla cerca del chico. Está desnudo, y por lo que parece también dormido. En ese momento se da cuenta, se trata del campesino de esa tarde, el impertinente.
-Eii… - Lo tambalea un poquito. – Eii… despierta…
Como respuesta, el muchacho vuelve en sí de golpe y salta encima de Vanessa, dejándola debajo de sí, perpleja y asustada. No parece que supiera lo que hacía, porque de repente se aparta de ella cuanto puede, alcanzando una esquina de la habitación. Parece aun más aterrado que ella, cosa difícil.
Vanessa se levanta, no sabe qué decir, pero el chico ocupa su lugar con un llanto de lágrimas que rebosan de sus ojos de una forma escandalosa y triste. La chica no se acerca, se mantiene en su posición. El muchacho empieza a nombrar una serie de frases y palabras sueltas en inglés, Vanessa sólo alcanza a entender unas pocas.
-Sangre… … Mucha sangre… Lo he matado… … Lo he matado… ¿Qué he hecho? … Demonio… Lo soy… … ¿Y la chica? … ¿Qué le he hecho a ella? – Todo entre gemidos y sollozos.
Vanessa, al oír esto último comprueba su aspecto; su vestido está destrozado. Tiene unas cuantas magulladuras en los brazos y un montón de sangre por el cuerpo, alguna suya y otra no. Ahora es cuando le empieza a arder la cabeza, levanta la mano para rozar la herida con los dedos. Tiene sangre todavía.
El campesino sigue llorando. Siente verdadera lástima por él. Si todo lo que ha leído en los libros sobre la licantropía es cierto, él, verdaderamente, no tiene la culpa de lo que acaba de ocurrir. Decide acercarse, inclinándose a su lado, pero no se atreve a tocarle.
-¿Hassel?...
El chico levanta la cabeza.
-¿Cómo conoces mi nombre? ¿Cómo lo has hecho?... ¿Por qué vuelvo a tener este aspecto?... – Le acribilla a preguntas, pero Vanessa apenas comprende unas pocas palabras, así que se mantiene callada, y le dice en inglés que no le entiende.
Entonces Hassel lo comprende, es española. Se mantienen callados, mirándose. En un momento en concreto, Vanessa decide levantarse y se acerca al cuerpo degollado de Drake.
-Dios… perdóname por esto. – Y, arrodillada, comienza a desvestir el cadáver. Una vez que acaba, recoge la ropa, sucia, rota y manchada, y regresa al lado del campesino.
-Levántate. – Ordena.
El muchacho obedece, no le importa estar desnudo, su conmoción es demasiado grande como para pensar de forma normal. Ella lo viste con cuidado de no asustarlo, mientras que investiga el número de heridas que le ha causado con la cuerda. Hassel tiene unas quemaduras increíblemente horribles en la espalda y en el cuello… se siente culpable.
-Terminé. ¿Mejor? – Hassel no le responde.
-Lo siento… - Consigue pronunciar. – Lo siento mucho… no debería hab… - Y rompe a llorar de nuevo.
Vanessa lo hace callar tapándole la boca con las manos. Escucha con atención los sonidos que se oyen en el exterior, se había olvidado de ellos por completo. Reconoce una de las voces, ¡es la de Dominick!
Rodea a Hassel con los brazos.
-No te preocupes, te perdono.
Chapter 5
Los dos jóvenes salieron de la taberna y se dirigieron al centro de la plaza, donde ya varias personas se habían reunido. Entre ellas, los nobles del castillo.
-¡Vanessa! – Arely no consigue controlar ni el volumen de su voz ni el llanto que se le escapa, y corre hacia su hermana con los brazos extendidos.
Las mellizas chocan de forma brusca y mantienen el abrazo durante un buen rato entre lágrimas.
-No volveré a separarme de ti nunca. – Repiten varias veces las dos juntas.
Dominick se acerca a ellas, y mira al jovencito que las acompaña sin comprender. Vanessa se da cuenta y decide explicarlo todo, aunque con una versión diferente a la verdadera:
-Dominick, él es Hassel. Me salvó del ataque del licántropo.
Dominick no da a crédito, pero mantiene la compostura.
-¿Y Drake? Le ordené que se quedara contigo.
-…Drake está muerto en la taberna… su cadáver está subiendo las escaleras…
Los padres de las mellizas y los señores feudales llegan en ese mismo momento. Habían sido avisados por Dimitri de la situación.
-¡Hijas! – Kristen, la madre de las niñas, va corriendo a su lado. Está realmente preocupada. – En seguida nos iremos a casa, primero tenemos que encargarnos de los aldeanos. – Intenta tranquilizarlas.
Tanto Arely como Vanessa asienten, aun están confusas. Sobre todo Vanessa, hace mucho que dejó de creer en los cuentos infantiles y las pesadillas, ahora es diferente.
-Madre, ¿puede venir él también? Este campesino me salvó la vida. – Mueve la cabeza en dirección a Hassel, Miss Kendrik lo evalúa, y en pocos segundos da el visto bueno.
Fueron las horas más lentas en la vida de los extranjeros españoles, nunca antes habían oído hablar de criaturas demoníacas en el condado de Yorkshire. Cuando por fin hubo terminado todo y se aseguraron de que la criatura no volvería esa noche, decidieron volver al hogar. Una vez allí, dejaron que los jóvenes pudieran lavarse, incluso Hassel. Y aquellos que pudieron dormir, así lo hicieron. Arely tardó bastante, pero al fin lo logró. Los únicos que no pudieron conciliar el sueño fueron Vanessa, aterrada todavía por las imágenes que había contemplado, y Hassel, sintiéndose la persona más culpable de toda Inglaterra, y tal vez de Europa.
Al llegar la mañana, muchos de ellos aun no se creían lo que había ocurrido. Todos se reunieron en el comedor para zanjar el asunto.
-¡¿Qué demonios ha ocurrido aquí, Antony?! – Sr Kendrik echa humo por los ojos. – ¿Desde cuándo ocurre esto?
-…Desde hace unos veinticinco años. – Contesta Selma, al ver que su marido no está dispuesto.
-¿Y por qué no avisáis a los transeúntes o comerciantes que vienen aquí? ¿Por qué no a nosotros? – Miss Kendrik no lo entiende.
-Porque sino este pueblo caería abandonado. Necesitamos el comercio para sobrevivir aquí.
-¡Pero están poniendo en peligro a mucha gente! – Interviene Arely, en nombre de su hermana. – Vanessa tiene razón, así sólo conseguirán que haya varias muertes.
El matrimonio East no intenta protegerse a los ataques.
-¿Por qué continúan viviendo aquí los campesinos?
-Porque es su hogar, han nacido aquí y no quieren abandonarlo. Al igual que nosotros. – Dominick es sincero, y tiene mucha razón.
En pocos minutos llegó el turno al asunto de Hassel. Lo hicieron llamar, y el muchacho se presentó, comportándose esta vez como es debido ante alguien de la realeza.
-Bien, toma asiento, chico. – Lo invita Sr East.
Hassel obedece, sentándose en el único sitio que queda libre, junto a las mellizas. Calla hasta que empiezan a interrogarle.
-¿Cómo lo hiciste? – Comienza Sr East, pero su amigo le corta.
-Antes de eso, Antony, creo que deberíamos dar las gracias al muchacho, y sobre todo yo. – Gira la vista hacia Hassel, mientras señala a Vanessa. – Has salvado a mi hija menor, y estaré eternamente agradecido a tu valentía. Gracias, de verdad. – Hace una pausa. – Dinos tu nombre, chico.
-Hassel, señor. – No duda.
-Hassel,… ¿tu apellido?
-Perdóneme, pero no conozco mi apellido. Lo único que puedo decirle es que trabajo en la taberna del pueblo. Jerson, el posadero, se hace cargo de mí y de dos chicos más.
-Entiendo… - Pronuncia Miss East. Los demás atienden ávidos y con interés la conversación, sobre todo una de las mellizas.
-Explícanos lo que ocurrió, por favor.
Hassel no responde a esta proposición, así que Vanessa ocupa su lugar, gracias a la traducción de su hermana.
-Volví al pueblo, acompañada por Drake, para buscar a mi hermana y a Dominick, padre. Entramos en la taberna y Drake me dijo que me escondiera en el piso superior, atrancó la puerta y nos escondimos. – Hace una pausa, piensa omitir algunos apartados. – Oímos un ruido y el demonio apareció. Drake me defendió, pero… - Continúo desde otra escena. Todos la escuchaban sin cortarla. – En el último momento apareció Hassel, ahuyentó a la criatura con una de las cuerdas con esencia de plata que utilizamos Drake y yo para resguardarnos.
El silencio se prolonga unos segundos, hasta que se dan cuenta de que allí ha acabado la narración de la chica.
Los padres de las mellizas se levantan y se acercan a los asientos de los adolescentes. Sr Kendrik hace un gesto a Hassel y a sus hijas para que se levanten.
-En nombre de mi mujer y mío, te damos las gracias de corazón. Y, nos gustaría, que ocuparas el sitio de protector de mi hija, viviendo aquí en el castillo con nosotros. Estará segura en tus manos.
-Estoy de acuerdo con mi marido, muchas gracias. – Miss Kendrik le da dos besos al campesino, uno en cada mejilla. Este se ruboriza, pero no los disfruta como un alago, sino como una equivocación.
-Id a descansar si queréis. Aun no es la hora de la comida.
Dominick se acerca a Arely.
-¿Te gustaría dar un paseo conmigo? – Arely sonríe, asintiendo a su proposición.
Vanessa se lo piensa.
-Querría ir al pueblo, quiero comprobar cómo están los ciudadanos.
Sus padres admiran el corazón de su hija, y ordenan a Hassel que la acompañe. Este accede, y lo ayuda a Vanessa a levantarse. Mientras dan unos pasos en dirección al vestíbulo, Hassel se derrumba, cayendo al suelo, inconsciente.
Vanessa grita y se arrodilla, dándole la vuelta con cuidado.
-¿Le curasteis las heridas? – Pregunta rápido a una de las sirvientas que se acerca.
-Lo mejor que pudimos, señorita.
-¡Pues no ha sido suficiente! – Grita enfurecida la adolescente. – Subámoslo arriba, yo os acompañaré.
Chapter 6
Vanessa se quedó en la habitación donde descansaba el campesino. Estaba preocupada por él, tenía heridas graves por la lucha, pero no era esa la única razón. Deseaba que se despertarse, para poder contestar a todas sus preguntas, eran demasiadas. Y, como respuesta a sus plegarias, Hassel abrió los ojos.
Su mirada deambula por la habitación, se le nota cansado.
-¿Estás mejor? – Intenta que se fije en su presencia.
El muchacho gira la cabeza hasta encontrarla, sentada junto al escritorio.
-Sí, gracias. – Lo dice al tiempo que se yergue sobre la colcha.
Durante un largo rato se mantiene un silencio incómodo, ninguno de los dos se atreve a comenzar una conversación.
-¿Cuánto rato llevo dormido?
-Ya es por la tarde, aunque aun queda para que anochezca.
Otros segundos sin nombrar palabra. Vanessa decide lanzarse:
-¿Qué te ocurrió?
-No quiero hablar de ello. – Replica rápidamente él.
-Pero… Quiero decir, no es algo natural. Parece más bien obra de… - Le cuesta encontrar las palabras en inglés, así que varias las pronuncia en español. Y al final de la frase calla, por miedo a nombrar la palabra.
-Obra del demonio, ¿no? Era eso lo que querías decir. – No parece enfadado, pero tampoco contento.
Vanessa agacha la cabeza.
-No te preocupes, sé que estás asustada. – Lo pronuncia en un español perfecto, demasiado extraño para ser un simple campesino.
-¿Cómo sabes hablar mi lengua? – Pregunta sorprendida.
Él suspira.
-Mi madre era de origen español. Me enseñó la lengua cuando era muy pequeño.
-¿Dónde están ahora? – Aunque ya sabe la respuesta a su pregunta.
-Eso no te incumbe. – Ahora sí que está malhumorado.
Hubo una pausa larga en la conversación.
-¿Puedes caminar? Querría ir al pueblo, antes no he podido ir.
-Claro, my lady. – Responde Hassel con ironía.
Chapter 7
El mes de junio dejó paso al siguiente. Las temperaturas aumentaron levemente y el sol se dejó ver más de una vez por los parajes ingleses.
Arely y Dominick cogieron la costumbre de dar un tranquilo paseo por los caminos después de la comida, acompañados normalmente por Ringo, el perro del matrimonio East.
Vanessa aprendió a coger más soltura en el idioma, y pasaba largos ratos en el pueblo. Espiando a Hassel durante su trabajo en la posada cuando creía que él no se daba cuenta. Su relación tampoco fue a mejor verdaderamente, pero ahí seguía.
A mediados de julio, horas antes de la finalización del ciclo lunar, Vanessa decidió hablar con su protector.
La puerta de la posada se abre, apareciendo una dama burguesa. Hassel echa un rápido vistazo para recibir al nuevo cliente, pero cuando ve de quién se trata, se lo piensa mejor. Vanessa espera a que él tome la iniciativa de ir a recibirla, pero es en vano. Así que se acerca malhumorada al mostrador de la taberna.
-¿Hassel?
-¿Sí, señorita? – Pregunta en tono despistado.
-Necesito hablar contigo. – Su tono suena preocupado, respondido con un suspiro de agotamiento por parte del chico.
-En primer lugar: no vuelvas a salir sola del castillo cuando yo no estoy, te estás jugando mi cab…
-Me he escapado. – Lo corta rápidamente.
-… En segundo lugar: todo está bajo control, no tienes por qué preocuparte. – Ya comenzaba a ponerse de mal humor.
-Pero… hoy es…
-¡Calla! – Hassel agarra el brazo de Vanessa y la arrastra hasta una puerta trasera del lugar. Hace que choque contra la pared y la retiene allí para que no pueda separarse. Las paredes parecen de papel, así que se acerca más a ella para no tener que hablar más alto que un susurro.
-No debes meterte donde no te llaman. – Ya está enfadado. – E intenta mantener la boca cerrada.
-¡¿Qué tono es… - Su grito histérico es detenido por la mano mojada de Hassel en su boca.
-Te he dicho que no grites. – Ella responde con chillidos y bofetadas. Él suspira. - …No tienes remedio. – Al final la suelta, apartándose un poco. La mirada desafiante de Vanessa lo atraviesa.
-Tú y yo nunca vamos a llevarnos bien, ¿verdad? – Pregunta ella.
-Si sigues comportándote como una niña, por supuesto que no. – Pronuncia unas palabras en inglés por lo bajo para que Vanessa no las oiga y se da la vuelta.
-Espera Hassel. Sólo estoy preocupada, no quiero que vuelva a oc…
-He dicho, que todo está bien. – La corta de nuevo. – Ahora vuelve al castillo. Y dile a tus padres que tengo que estar trabajando esta noche aquí, necesito dinero para sobrevivir.
Abre la puerta, dejando pasar primero a la doncella. Regresa a su faena de lavaplatos, cuando entonces aparece su sombra de nuevo sobre la barra.
-Ponme un vaso de hidromiel.
Hassel está estupefacto. Se ríe.
-No pienso ponerte una bebida alcohólica a ti. Y vete ahora mismo. – Pero ella no está por la labor. Hassel decide ignorarla.
Vanessa no aguantó más de dos minutos sin que él le dirigiera la palabra, de esa forma tomó la entrada de la posada y desapareció.
Chapter 8
Ya casi es de noche. Vanessa está sentada en una de las piedras de la plaza principal del pueblo, jugando con una piedra. Está aburrida, no sabe cuánto tardará Hassel en salir de la posada, y quiere seguirle para averiguar cómo va a proteger a los ciudadanos esa noche, y a él también.
Después de un largo rato se ve su silueta. Vanessa se levanta rápidamente y se esconde en una esquina. Lo persigue de forma muy patosa por las calles del pueblo, hasta que comprueba que Hassel se dirige al bosque. Deteniéndose de pronto a mitad de distancia, en medio de la nada, representada por prados.
-¿Se puede saber qué te dije antes? – Ni se ha girado. Vanessa también para unos segundos, luego corre hasta el lugar donde está Hassel.
-¿Cómo sabías que estaba detrás?
-Eres una inútil.
-¡¿Qué?!... Pero…
-Es cierto. – No parece muy agradecido por la preocupación de la chica. – Haces demasiado ruido, y nada más salir de la posada he notado tu olor cerca.
Vanessa se indigna, pero por ello no va a dejar de insistir.
-¿Eso es algún poder especial? ¿Huelo bien por lo menos? - Hassel permanece rígido como una piedra y no contesta. - ¿Por qué vas al bosque?
-Vuelve a casa.
-Está a muchos días de aquí, por desgracia.
La discusión fue larga, más de lo previsto por Vanessa. Hubo insultos de por medio y subidas de tono por ambas partes, y eso desquiciaba al noble ego de la adolescente. Pero terminó por inclinarse la balanza a su favor, acompañando a Hassel hasta su destino.
Entraron en el bosque, y no se detuvieron hasta llegar a un prado destacado en el paisaje forestal.
Vanessa miró curiosa a su alrededor, alcanzando a divisar unas formas humanas en la poca luz que llenaba el ambiente.
-Ven. – Ordena Hassel. Y por sorpresa, ella acarrea sin musitar queja alguna.
Alcanzan el pequeño y extraño grupo de personas presentes allí. La única chica observa a la acompañante de Hassel y, antes de nada, él da explicaciones.
-Perdona Amber, no he podido hacer nada. – Calla. – Y sí, ella es Vanessa.
Se oyen risas por parte de los dos chicos que miran curiosos a las dos mujeres. En seguida corren hasta Hassel y se lanzan encima suyo, tirándolo al suelo.
Vanessa se mantuvo quieta y serena, mirando los hipnotizantes ojos de Amber, de un amarillo real casi artificial, contrastando con su oscuro cabello. Era una mujer de mediana edad, pero tan atractiva como si tuviera dieciséis años.
Al fin, una sonrisa rompe el silencio.
-Hola, señorita. – Y hace una reverencia de cabeza. Vanessa le contesta con un movimiento de mano, está nerviosa.
-No te asustes. Sí que parezco una bruja, lo sé, y lo soy. Pero no como las de los cuentos y las leyendas, no te preocupes. – Se da la vuelta y se dirige a los tres chicos que siguen revolcándose por el suelo. - ¡Venga! Ahora mismo a las jaulas, no podemos esperar más.
Ellos obedecen, y entones Vanessa se percata de las jaulas colosales y brillantes de su derecha, rodeadas por un círculo blanco en el suelo. Se dirigen corriendo y veloces hasta ellas y entran de un salto, cerrando las puertas a través de los ásperos barrotes.
Después Amber va a la primera jaula, y hace un gesto a Vanessa para que se acerque.
-Ten cuidado de no romper el círculo. – Avisa. Vanessa obedece y se coloca a su lado. – Toma, sujeta esta cadena y rodea el candado, después pásalo por los barrotes dando muchas vueltas. Asegúrate de que no se rompa.
Vanessa se percata de que es de plata, y los barrotes de la jaula también. Ahora lo entiende. Entonces mira al chico que hay dentro de la jaula. Es joven, un poco más mayor que ella.
-¿Eres un hombre lobo? Te recuerdo de la posada. – Lo dice en inglés, ahora ya entiende y puede articular más fácilmente las frases. El chico sonríe.
-Soy Liam. Y tú Vanessa, encantado. – Vanessa le devuelve la sonrisa.
Cuando termina con esa jaula, ayuda a Amber con la siguiente.
-Y yo soy Wilder el Cazador. – El chico parecía muy satisfecho consigo mismo y se acercó cuanto pudo a la joven. – No pensé que serías tan guapa. – Un golpe en la cabeza interrumpe su mal intento de cortejo.
-Mantén tu lengua tras los dientes Wild, es una chica de la nobleza. Ni se te ocurra volver a intentarlo. – Las palabras de Amber son afiladas y en seguida hacen callar al muchacho más joven de los cuatro adolescentes allí reunidos.
Por último, la jaula de Hassel.
-Amber, ¿podrás acompañar a Vanessa al castillo cuando terminéis? Tiene una brújula pésima en la cabeza, no llegaría ni al pueblo.
Amber accedió. Y una vez terminados los preparativos, cumplió su palabra. Durante el camino, consiguió Vanessa las aclaraciones que quería.
-¿Por dónde quieres que empiece?
-Por el principio, quiero saberlo ya que voy a vivir aquí. – Amber era una persona dulce tras ese rostro impasible y duro.
-Vale, pero no me interrumpas. – Se aclara la garganta. - Veamos, sabrás que hace ya varios siglos que se queman en la hoguera a las brujas seguidoras del diablo. Bueno, pues hace más o menos doscientos años, una de ellas se reveló contra los humanos en este pueblo. La acorralaron y acabó en una cruz como todas las demás. Pero, durante la quema, se dice que maldijo a aquellos que la sentenciaron a muerte. La maldición era la licantropía. – Hace una pausa. – Tras varios años, los atormentados ciudadanos consiguieron asesinar a aquellos que incubaban la maldición, aunque se llevó también a vidas inocentes de por medio. Lo que ellos no sabían, es que la licantropía es hereditaria. – Vanessa intenta formular una pregunta, pero Amber se adelanta. – Y no, si te hacen una herida no te envenenas y te conviertes en uno, tranquila. Estás a salvo. – Ríe mientras responde. – No sé cómo, la maldición ha renacido hace unos veinte años más o menos. Y la sufren Wild, Liam y Hassel. Para que no los asesinen yo me encargo de protegerlos y enseñarles a controlar ese instinto asesino que los invade. Los encierro todas las noches de luna llena en esas jaulas en mitad del bosque; desde los últimos años. No había habido ninguna muerte desde hace mucho tiempo, pero desde que llegaste tú y tu familia, ha cambiado. – Vanessa agacha la cabeza, sintiendo la culpabilidad. – No te preocupes, no ha sido culpa tuya. Tan sólo tu olor es el peligro, por lo que me contó Hassel, es una droga para él. – Después hay un silencio incómodo.
-¿Siempre es así? – Pregunta Vanessa con curiosidad.
-No, pero se le hace difícil estar contigo. Aunque no esté en su forma de hombre lobo y la plata no pueda herirle, sus instintos y sentidos no se disipan del todo. – Vanessa asiente, aunque eso no la consuela.
Amber se detiene y la abraza con fuerza.
-Tranquila, no es tu culpa lo que pasó la otra noche. Y esos tres imbéciles te caerán bien, pero ten cuidado con Wild, tiene la lengua demasiado larga y no sabe no callar.
Al cabo de unos minutos, Vanessa se decide a preguntar.
-Amber, ¿eres realmente una bruja?
Esta se echó a reír, no puede evitarlo.
-No como las conoces. Lo soy, pero prefiero definirme como una curandera. Vivo en el pueblo como todos los demás, y las gentes que no creen en esos cuentos vienen a mí a que cure sus heridas. Aun así, mejor no menciones mucho mi nombre con ese sentido, ¿de acuerdo?. – La joven accede. – Muy bien, eres muy atractiva, ¿sabes? Tienes la delicadeza de una mariposa vanessa, seguro que por eso te pusieron ese nombre. Ahora, aprende a utilizar tu inteligencia de la misma forma que tu hermosura.
Chapter 9
De nuevo, un mes desapareció y otro ocupó su lugar. Agosto alcanzó las tierras inglesas de Yorkshire. Gracias a Amber, la adaptación de Vanessa fue más fácil y fluida. Pasó largos rastos con ella y con Hassel, dando clases de naturaleza a ambos y dedicando agradables explicaciones a los muchachos. También, sin darse cuenta la pareja, los ayudó a mejorar su relación. Formando al final, una unión de uña y carne que costaría romper. Sin magia, por supuesto.
-Vanessa, salgamos a dar una vuelta. – La joven está distraída con un libro en una silla del salón.
-¿Por qué? – No le escucha apenas, el libro la envuelve con misterio.
-Hazme caso. ¡Vamos! – La recoge muy ágil y la coloca en el suelo, todo en un segundo. Discuten de una manera muy cómica para que la chica consiga soltar el libro. Tras un largo rato, salen juntos por la puerta hasta llegar al pueblo, cuyo ambiente es mucho más animado y asfixiante que de costumbre.
-¿Qué ocurre? – Vanessa no para de mirar a los desconocidos transeúntes que por allí van.
-¡Bienvenida a la Feria de Scarborough! – Es la primera vez que lo ve sonreír de verdad. – Hoy es día quince, y el pueblo celebra una gran fiesta. Venga, acompáñame. – Sin darle tiempo a responder, tira de ella entre los ciudadanos hasta alcanzar un pequeño valle con varias tiendas y puestos.
-¡Amber! – Grita Hassel. Creando así la curiosidad por parte de la anciana. Esta se vuelve y abraza a los jóvenes, besando las mejillas de ambos, incitándoles a bailar.
Justo tras esas palabras, una fila de bailarines se despliega y sin saber cómo, los más jóvenes y recatados de la ciudad, nobles y plebeyos, acaban disfrutando del baile, de la música y de las festividades.
Mientras todo el mundo está disfrutando de la tarde, se hace el silencio en un instante. Sin excepciones, la gente gira sobre sí buscando la música que no colorea el ambiente. Pero a respuesta de las súplicas, aparece la melodiosa voz de un viejo volín. Vanessa se gira hacia el lugar adecuado, fascinada por el sonido y el arte para tocar de la joven. A su lado, aparece otra muchacha muy parecida a la anterior, con el mismo pelo rubio y liso y esos ojos marinos, con la diferencia de que el instrumento esta vez es un laúd.
El público mantiene el silencio del principio, rompiéndolo sólo para aplaudir a las artistas. Y, al final, empieza a entonar su voz una tercera chica, tan hermosa como sus dos compañeras.
La dulce canción alegra a todas las almas allí encontradas, creando la diversión de la multitud y el baile.
-¿Qué dice la canción? – Pregunta Vanessa con los ojos iluminados con estrellas. Hassel se acerca a su oído.
-Habla de una ruptura. El narrador invita al oyente a que vaya a la Feria de Scarborough. Allí dice que encontrará a la que una vez fue su amor verdadero, y que la rete a hacer pruebas imposibles si quiere recuperar el amor de su hombre. – Se detiene para escuchar el estribillo. – Esas palabras corresponden a "perejil, salvia, romero y tomillo". Antaño decían que servían para crear una pócima de amor y lujuria. Pero no creo que funcione con el hombre que narra la historia, parece bastante dolido.
Tras la explicación Vanessa comienza a bailar y a dejarse llevar por las notas de la canción. Mira de reojo a Hassel y se acerca con cuidado de no caerse.
-¿A ti y a mí nos ocurrirá lo mismo? – Hassel se ríe ante el atrevimiento de su dueña.
-Espero que no.
PD: Os dejo la versión que más me ha gustado y además, la más medieval =3 Un precioso sonido!
Introduction
Un bache en el camino hace que Arely despierte de su profundo sueño sobresaltada. Pestañea varias veces seguidas para conseguir aclarar su vista, comprobando que se encuentra en el mismo carruaje que antes de dormirse.
Sus padres, sentados con pose vertical y perfecta en los asientos de enfrente, no quitan el ojo de encima a su adormilada hija. La adolescente intenta erguirse con cuidado, pero un peso conocido le impide hacer su voluntad.
-¡Ay! Vanessa, despierta. ¡Qué pesas mucho! – Su hermana melliza le hace oídos sordos y se estira un poco más encima suyo para incordiar, ocupando todo el espacio posible. - ¡Me haces daño! ¡Para!... – Un estirón más… - ¡Auu!
Miss Kendrik sonríe al ver a sus hijas tan enérgicas después del largo viaje.
-Venga, niñas, parad. – Tiene ya mucha práctica como para que irriten su paciencia.
-¡Eso díselo a Vanessa!... ¡Ayy, para ya! – Arely empieza a irritarse, sabiendo que ya tiene malos despertares de por sí.
-Vanessa, deja en paz a tu hermana, anda. – Sr Kendrik lo dice sin ganas, con los ojos cerrados, pensando que las mellizas ya no tienen edad para ser tan infantiles, pero mantiene sus pensamientos invisibles para no discutir con su mujer.
Vanessa accede al final a las "súplicas" de sus padres y al mal humor de su hermana. Se yergue para recolocarse el ajustado corsé y alisar la falda verde, a juego con sus preciosos ojos infantiles, brillando curiosos por el paisaje que ve entre las rendijas de la ventana.
-¿Ya estamos en Inglaterra? – Pregunta alegre, como si las horas de sueño no le hubieran hecho ningún efecto.
-¿Dónde vamos a estar sino? ¿En España?
-Pues creo que no, porque acabamos de venir de allí. – Responde al tono sarcástico de Arely, y esta finaliza sacándole la lengua sin que su hermana se dé cuenta, está demasiado ensimismada apreciando el bosque que le rodea.
Su madre decide intervenir.
-Exactamente nos encontramos en el condado de Yorkshire, cerca ya de Scarborough.
Vanessa echa un rápido vistazo al poco cielo que llega a disipar entre las copas de los altos y frondosos árboles mientras su madre da una charla histórica sobre el lugar. Suspira.
-¿Aquí nunca hace sol? – Le corta el discurso sin darse cuenta. Vuelve a soltar aire, demostrando a sus padres la nostalgia que siente por España.
-No os preocupéis. Pronto os habréis acostumbrado a este clima. Al fin y al cabo, tenéis sangre inglesa, de aquí procedéis. – A Sr Kendrik se le dibujan los dientes en la cara. Arely se da cuenta. Muy pocas veces ve sonreír a su padre, es el más apagado de toda la familia, pero está feliz de que él se alegre por volver a estar en casa.
Entonces mira a su madre, ella se percata y le sonríe, Arely le aparta la mirada, avergonzada. Miss Kendrik entiende por lo que está pasando su hija mayor, por lo que decide darle ánimos, cogiéndole de la mano.
-No estés nerviosa, le gustarás. – Ella agradece el gesto, y le sostiene la mano a su madre, apretando más fuerte conforme llegan a su pueblo natal.
Chapter 1
Tardaron apenas media hora en entrar en la ciudad. El carruaje recorrió las calles del pueblo, con dos caballos blancos, corpulentos y elegantes, que llamaban la atención de todos los campesinos presentes.
Se hizo un silencio incómodo por parte de los aldeanos; el herrero abandonó su martillo en el yunque, los taberneros salieron de sus posadas para averiguar la identidad de los ricos visitantes, las lavanderas detuvieron su paso hacia el río; tan sólo los niños hicieron el momento más ameno, persiguiendo entre gritos y risas a los grandes equinos del cochero.
La situación cambió en unos segundos, la gente regresó a su trabajo, pensando en si serían unos simples burgueses que estaban de paso, o si se trataba de invitados del señor feudal de la zona. Pronto lo averiguarían.
Dentro del carruaje, los corazones rebosan de felicidad, mientras que uno en particular palpita más fuerte de lo normal. Arely está muy nerviosa.
-Bien, ya casi hemos llegado. Niñas, ¿os han servido las clases de inglés?
La melliza rubia, mira a su padre y recita la presentación que tiene memorizada en la cabeza, con una pronunciación casi perfecta. Al terminar, sonríe, no sufre un mal veredicto.
-¿Vanessa? – Tras esta pregunta se hace el silencio. Unos ojos color hierba descienden hasta fijar la atención en los zapatos que viste su dueña. No se atreve a mirar a su madre, los idiomas nunca han sido lo suyo. – Bueno, no te preocupes. En menos de un mes ya verás como conseguirás hablar perfectamente. – Vanessa accede a la afirmación de su madre, espera que sea cierto, sino, ese mes se le podría hacer eterno.
El cochero llama la atención de los corceles con un tirón por parte de la cuerda, deteniendo así el avance de los cascos y las ruedas. Un suspiro de Sr Kendrik avisa del esperado momento.
-¡Llego la hora! – Espera a que su sirviente abra la puerta de su derecha, bajando él primero, seguido de su mujer.
Vanessa aguarda a que su hermana tome la iniciativa, pero la ve paralizada a su lado. No se lo piensa, apoya su mano en el hombro de Arely y da un leve apretón, seguido de un abrazo tierno.
-No te preocupes, todo va a salir bien. Por lo que veo, este prometido tuyo no está nada mal. – Sus palabras hacen efecto, creando una rápida mirada de curiosidad por parte de su hermana a los anfitriones del castillo. Arely le da un "gracias" con los ojos. – Venga, vamos.
Las mellizas descienden los escalones con la ayuda de los sirvientes y se acercan a sus padres, quienes saludan al matrimonio East con ansia. Arely, por auto reflejo coge la mano de Vanessa y aprieta fuerte.
-¿Es ese chico tan alto? ¿El que está cerca de padre y madre?
-Sí, creo que sí. Es hijo único y no hay nadie más. – Arely sonríe. – La verdad es que es guapo.
Ambas se colocan a la derecha de sus padres, esperando a que Sr Kendrik haga las presentaciones necesarias.
-Antony, Selma, dejadme presentaros a mis hijas, no las llegasteis a conocer. – Se coloca a un lado para que las mellizas queden cara a cara con sus amigos. – Ella es Vanessa, la pequeña.
Vanessa hace una reverencia, inclinando el rostro y elevando unos centímetros la tela de su vestidura.
-Una belleza de joven, sin duda. – Recalca Sr East en un español pulcro, haciendo así la charla más fluida. Mira también a Arely.
-Y ella, Arely, la prometida de vuestro hijo. – Mientras suelta estas palabras, Sr Kendrik se siente honrado y satisfecho, no intenta ocultar su orgullo.
Entonces, el muchacho que se encontraba en segundo plano hasta ahora, decide intervenir. Se coloca frente a los visitantes y hace una educada reverencia, lenta y con clase.
-Me alegro de verte al fin, soy Dominick. Es un placer. – Coge la mano de la melliza y la besa de la forma tradicional. Arely comienza a sonrojarse por el acto. – Ya me imaginé que tendrías un cabello de oro, tu nombre lo demuestra.
Vanessa y Arely sonríen ante aquella característica. Los adultos miran la escena con ternura.
Un mayordomo aparece en la puerta principal, rompiendo el íntimo momento familiar.
-Sr East, tanto la cena, como las habitaciones de los invitados están listas. Pasen cuando quieran al comedor.
-Gracias, y saca un buen vino para celebrar la llegada de estos buenos amigos.
-¡Magnífica decisión, Antony! – Sr Kendrik se coloca a la altura de su amigo y charlan mientras llegan a la mesa.
Miss East acompaña a la madre de las niñas, mientras que estas se quedan quietas observando al ya muy querido Dominick.
-Es un buen partido. – Admite Arely.
-¡Ah, no! ¡Es un muy buen partido! – Corrige Vanessa con energía.
Y juntas alcanzan al resto.
La cena fue tranquila, llena de risas y observaciones de España, viejos recuerdos, historias de cacerías, asombrosas visiones y largos paseos, entre otros muchos temas. Alguna que otra vez unas frases en inglés se colaban por despiste, haciendo Arely de traductora para su hermana, quien avergonzada, cuando le preguntaban intentaba decir el mínimo número de palabras posibles en ese idioma tan complicado para su lengua.
El sol ya se había ocultado cuando la carne hubo desaparecido de la vajilla. Se les mostró las habitaciones a la familia Kendrik, asignando una al matrimonio y otra compartida para las mellizas, con dos camas individuales.
Hubo despedidas amables y elogios de buenas noches. Y, en poco tiempo, los pasillos quedaron sumergidos en un silencio nocturno y apaciguado, exceptuando los ronquidos masculinos de algunos personajes.
Chapter 2
Las horas de sueño pasaron rápidas por el cansancio del viaje. La mañana llegó calurosa, con la característica temperatura de junio.
Vanessa despierta con la luz de un rayo de sol entrando por la ventana. Se toma su tiempo, entre esas sábanas limpias una se siente demasiado a gusto.
Cuando decide abrir del todo los ojos observa la habitación desde su almohada; dos armarios de madera oscura, separados por un escritorio de gran tamaño, unas mesillas diminutas al lado de las camas, con un candelabro cada una con velas aun sin estrenar.
Echa un vistazo a su hermana, ella sigue en la cama. Vanessa sonríe, un pensamiento malévolo y juguetón la atrae. Se separa de su dormitorio e incorpora, dejando que el camisón caiga a su manera sobre su cuerpo, ya poco adolescente. Intenta no hacer ruido, apoyando la planta del pie de forma muy delicada. Se separa del suelo y coloca al lado de Arely, va dejando caer el peso poco a poco para no despertarla.
Entonces, comienza a soplar en la oreja de su hermana, produciendo unas cosquillas que crean espasmos en el cuerpo dormido. Se ríe mientras juega, quiere hacer enfadar a su melliza. Sigue soplando, hasta que un puñetazo en la cara hace que se caiga al suelo. Un grito sale de su garganta, creando así un brusco despertar para Arely.
-¿Qué pasa? – Mira a Vanessa, tirada en el suelo, rodando sobre sí histérica.
-¡Que qué pasa! ¡Pues que me has dado un puñetazo en la cara! – Grita enfadada.
Arely no entiende en principio, pero en seguida comienza a reírse de su hermana, entiende que falló en su intento de despertarla.
Trucan en la puerta, y al abrirla aparecen dos hombres grandes y fuertes. Las mellizas se quedan anonadadas.
-Disculpen por la interrupción, señoritas. Soy Drake, y mi compañero Dimitri. Nos han encargado que les acompañemos en todo momento por su protección. – Suelta lo que le han ordenado con la vista en el suelo, no tiene permitido mirar a las hijas de los Kendrik sin su consentimiento.
Las hermanas siguen en sus lugares, quietas, un poco extrañadas por la situación. No se lo esperaban. Vanessa rompe el hielo levantándose y sacude su camisón.
-Bueno… pues, bien. – No sabe exactamente qué decir. - ¿Hay algún plan ya hecho para hoy?
-Sí, señorita Vanessa. El señorito Dominick ha decidido llevaros a su hermana y a usted, después de la comida, por los alrededores para conocer el condado. – Informa Dimitri, también con la vista en otro lugar.
-Entendido, ¿podéis ir a avisar a los señores de que bajaremos en media hora, por favor? – Pide Arely en inglés.
-Sí, señorita. – Ambos hacen una reverencia y salen de la habitación dejándoles intimidad a las jovencitas.
Durante esa media hora hubo cuchicheos, bromas, cosquillas, juegos entretenidos y tirones de ropa, unos cuantos dolores de pecho y momentos sin respiración. Al final, las antes niñas somnolientas, se convirtieron en unas damas hermosas de clase alta, con la única diferencia del color del cabello y de sus ojos, rebosantes de curiosidad.
Aquel día estuvo lleno de naturaleza y curiosidades. Los campesinos pudieron descubrir a las personas que protegía el carruaje del día anterior, dos adolescentes de gran belleza y elegancia paseaban por las calles empedradas del lugar. Una de ellas, la del pelo liso y del color del sol, tan raro de ver por ese reino, iba recogida por el brazo del hijo del señor feudal, quien les explicaba la historia de Scarborough con alegría y, presentándoles a personajes característicos de la población. Pero siempre con una escolta personal de dos hombres que nunca cambiaban la expresión del rostro, recto y simétrico.
Vanessa está impresionada, los hogares y la gente se reflejan en el espejo de sus ojos esmeralda. Es todo muy diferente a España, no mejor, tampoco peor, diferente nada más. Una diferencia que le gusta, aun sin ver muchos ratos el cielo despejado.
Dominick no cesa de contarles todo lo que él sabe, echa de vez en cuando una mirada a sus acompañantes. Charla con Arely con frecuencia pidiéndole su opinión, y pregunta cualquier cosa a Vanessa con tal de que consiga decir unas pocas palabras en inglés, quiere ayudarle a entender el idioma.
Él se detiene y se dirige a Vanessa una vez más, le habla en inglés, de forma lenta, pero por la cara que pone la muchacha, no entiende muy bien. Repite entonces, esta vez en español.
-Si hay algo que no entiendes, puedes pedirme que te lo repita con otras palabras o en español. No me resulta difícil.
Vanessa se sonroja de vergüenza, que una dama no sepa por lo menos dos idiomas, es algo innegable.
-No, no te preocupes. – Consigue pronunciar sin dificultad. – Gracias, pero prefiero intentarlo yo sola.
-De acuerdo… - Pero no le va a hacer mucho caso, al menos, no siempre. – Vayamos a la posada, beberemos algo.
Se acercan a la puerta, permitiendo Dominick que pasen ellas primero, haciendo los honores. Les hace sentarse en una mesa al fondo del todo.
El ambiente está animado, varias personas charlan en las mesas de alrededor, y los encargados del lugar limpian y sacan a relucir el barniz de la madera. Dominick se acerca al tabernero.
-Buenos días, Jerson.
-Bienvenido, señorito Dominick. ¿Qué quiere tomar hoy?
-Póngame una jarra de hidromiel para mí y dos vasos de agua para las señoritas. – Dice señalando hacia el lugar donde se encuentran.
En no mucho tiempo vuelve a la mesa con las bebidas entre las manos, las apoya y se sienta, de espaldas a la muchedumbre.
Vuelven a charlar, en inglés, claro. Y surgen vivencias de la infancia y comparaciones. Son jóvenes, aventureros, y aun tienen algunas fantasías en la cabeza que sacan a relucir, aprovechando que los padres no se encuentran cerca.
Vanessa intenta seguir la conversación, pero le es demasiado complicado por la velocidad con la que hablan Dominick y su hermana, así que acaba evadiéndose del lugar sin percatarse. Mira hacia delante, durante mucho rato no piensa en nada, hasta que Arely le roza el brazo con la mano.
-¿Estás bien? – Le pregunta en el lenguaje de su infancia.
-Oh, sí, tranquila. Sólo que me gustaría volver al castillo, va a anochecer en breves, y estoy cansada.
Dominick interviene.
-Está bien, vámonos.
-No, no hace falta que me acompañéis, me iré con Drake. Me apetece pasear.
Le da un beso a su hermana y se levanta, haciendo una reverencia a su anfitrión. No se gira, sale directamente a la calle, con Drake pisándole los talones, trabajo que hace incluso mejor que la sombra de ella.
Aun hay luz en el horizonte, aunque no durará mucho, la luna llena ya se aposenta en el cielo.
La puerta de la taberna se abre a sus espaldas, Vanessa se gira, pensando en su hermana. Pero en vez de a ella, se encuentra una figura masculina de su edad. Soporta una caja, pesada, los brazos le tiemblan del esfuerzo. El muchacho se detiene, mirándola con desdén. Vanessa se extraña, que un campesino le mire de esa forma es algo asqueroso, no está en su derecho. Así que se cruza de brazos, de forma desafiante. Drake observa a ambos, no sabe qué hacer. El muchacho continúa con los ojos clavados en ella, no pestañea.
De repente, le da una sacudida y gira la cabeza. Empieza a caminar por la calle para dar la vuelta a la taberna.
-¡Eh, muchacho! – Lo llama Vanessa enfurecida, pero él no hace respuesta. - ¡Te estoy hablando, plebeyo!... ¡Oye! – Nada. - …Increíble…
Echa a caminar en la dirección que ha tomado el muchacho, está enfadada. Si va a vivir allí no puede permitir que los campesinos la traten como una igual. Drake la sigue, se lo está pasando bien con esa niña, es curiosa.
Vanessa gira la esquina que había tomado el chico hace apenas cinco segundos, pero él ya no está. Extrañada, Vanessa da vueltas oteando a la poca gente que queda en las calles.
-Señorita, hay que irse ya.
Vanessa accede.
El sol ya ha desaparecido en el pequeño rato que ha pasado, ocupando su lugar la luna, majestuosa y brillante en el cielo. Una luna azul, ataviada con una densa capa de nubes a su alrededor.
Chapter 3
Ya casi alcanzaban la puerta del castillo Vanesa y su protector, cuando desde el pueblo llegó un barbullo de gritos de terror.
Vanessa gira sobre sí y divisa el pueblo, que visualmente se encuentra en calma, pero contradicen sus oídos esa falsa paz, ya que distingue gritos de ayuda en la lengua inglesa. Se dispone a partir en su dirección cuando Drake la detiene, esta vez sí, mirándole directamente.
-Señorita, entre en el castillo.
-¿Pero no lo oyes? – Grita asustada. – ¡Mi hermana aun está en la taberna!
Vuelve a caminar en su dirección, esta vez de forma más rápida. Pero se detiene al comprobar que Drake no le sigue.
-Puedes acompañarme si así estarás más tranquilo. – Drake afirma, aunque sabe que más que nada, se trata de una orden.
En el pueblo la gente corría de lado a lado entre gritos. Asustada, Vanessa intentaba preguntar a los campesinos dónde se encontraba su hermana, pero nadie le respondía, sólo corrían histéricos.
Entraron en la posada, pero su hermana ya no estaba allí. Cuando fue a salir con Drake delante de ella, una mano la agarró por el brazo.
-¡Madre de Dios! ¿Está loca? ¡No salga allí fuera! – La voz de Jerson dejaba entrever un miedo atroz a la oscuridad nocturna de detrás de la puerta.
Vanessa intenta zafarse, no entiende lo que dice aquel hombre, pero aun así le está metiendo mucho miedo. Drake interviene, haciendo que el posadero suelte a la señorita de una forma delicada, después pregunta:
-¿Otra vez?
-Sí, esta noche han regresado, pero sólo es uno. Ha salido de la nada, por sorpresa.
Vanessa no entiende, pero tampoco se atreve a preguntar. Mira a Drake interrogativa.
-¿Dónde está mi hermana? – Pero no obtiene respuesta. - ¿Dónde está Arely?
-No lo sé. – Admite Drake. – Tal vez ya está en el castillo.
-Pues vayamos a averiguarlo. – Intenta alcanzar la puerta, pero Drake la recoge en brazos y la vuelve a posar en el suelo, un poco más lejos de la entrada.
-¡¿Pero qué te crees que estás haciendo?! ¡Suéltame!
-No puede salir ahora, corremos peligro. Todos. – Pronuncia en español. La agarra de la muñeca y arrastra escaleras arriba. El posadero los sigue, no sin antes asegurarse de que la puerta está bien bloqueada.
En el piso de arriba se encuentran con dos hombres más de avanzada edad.
-¡Suéltame! – Ordena Vanessa.
Drake obedece.
-Muy bien, ahora o me cuentas lo que está ocurriendo o traspasaré esa puerta. – La amenaza no es muy creíble, pero aun así el posadero interviene en español.
-¿Ha oído alguna vez hablar de la licantropía? – Le cuesta dejar salir esas palabras.
Gritos en el exterior humedecen el ambiente. Vanessa duda al no dar a crédito.
-…¿Licántropos?... ¿Hombres lobo? – Hace una pausa. - ¿Intenta que me crea que una bestia infernal está atacando el pueblo? – Produce una risa nerviosa, no se lo puede creer. – Santa María…
Jerson va a un rincón y regresa, entrega a los presentes unas cuerdas. También a Vanessa.
-¿Qué es esto? – Lo recoge con las manos.
-Los licántropos son alérgicos a la plata, es mortal para ellos. – Explica Drake. – Estas cuerdas están impregnadas con esencia de plata, el olor mantendrá alejado al hombre lobo de nosotros.
La mujer se desespera.
-¡Ya estoy harta! – Grita. – Esto no es un cuento de hadas, yo me voy a buscar a Arely.
Drake ya no aguanta más, la separa del suelo mientras ella grita. Consigue tumbarla en el suelo y atarla con la cuerda, aunque Vanessa no pone de su parte.
-¡Virgen santa, quieren callarse de una vez!
Un ruido interrumpe a los escondidos, la puerta ha caído.
-¡¡Ataros!!
Consiguen resguardarse con las cuerdas justo en el momento en que entra en la sala un espectro negro.
Vanessa cierra los ojos, no quiere mirar. Oye los gruñidos proferidos por ese demonio, tiembla al notar sus pisadas cada vez más cerca del grupo. No se atreve ni a respirar, está aterrada.
El demonio avanza hacia uno de ellos, uno de los clientes de la posada. El hombre llora mientras el hombre lobo lo olisquea. Se aparta de golpe entre chillidos y gemidos, la esencia de plata consigue hacer efecto. Pero ello no lo detiene, sólo ha conseguido enfurecer al demonio. Aúlla con rabia, y ello estremece las paredes de piedra.
Vanessa grita muy fuerte, entonces, el espectro cesa su voz y mira perplejo a la humana que tiene ante él. Se acerca lentamente, intentando no respirar el ponzoñoso aroma que proviene de las cuerdas.
Cuando ya casi la roza, Drake decide levantarse y, heroicamente se lanza sobre la criatura.
-¡¡Corramos!! – Grita uno de los hombres.
Tanto el otro, como Jerson, hacen caso a su sugerencia, abandonando la habitación sin ayudar a Vanessa o Drake. Este intenta zafarse de los intentos de mordisco del licántropo, pero uno de ellos acierta de lleno en el pecho del valiente guerrero. Un grito ahogado rompe su boca, y cae al suelo. El espectro remata al moribundo hombre degollándolo de un solo mordisco.
Vanessa ha sido espectadora de toda la atroz escena, ahora sí que no se atreve a moverse, está completamente petrificada.
La sangre empieza a decorar el suelo de la estancia, colándose entre las rendijas que deja la madera, goteando así hasta el segundo piso. No quiere mirar al cuerpo, intenta cerrar los ojos, pero no le responden sus músculos.
Lo tiene delante, justo enfrente. Un enorme lobo negro de ojos violetas le observa jadeando, dejando al descubierto unos colmillos manchados de sangre. No, no es un lobo, se sostiene sobre las dos patas traseras, sin tambalearse. Recuerda a la forma de un humano. Vanessa no sabe qué hacer, tampoco se le ocurre nada, las cuerdas imponen demasiada resistencia. Tan sólo vigila al hombre lobo.
El demonio no se acerca más de un metro a ella. Ella no lo entiende, pero un gruñido amenazador corta su pensamiento, y el demonio se abalanza sobre Vanessa Kendrik, con los colmillos de Satanás pidiendo sed de sangre.
Chapter 4
El pueblo se sumía en una calma fantasmal. Los campesinos intentaban dar esquinazo al demonio, escondiéndose en cualquier sitio. Pero no adivinaban que en la posada se estaba dando una pelea entre la criatura y una sencilla muchacha. Si lo hubieran sabido habrían ido a socorrerla… o no.
Vanessa ha conseguido separarse de las cuerdas, ahora ya de nada le sirven. De una patada aparta al licántropo de su lado, reteniéndolo apenas unos segundos, lo suficiente para erguirse.
El emisario de Satán vuelve a atacar a la joven, derribándola de nuevo. La chica se golpea la cabeza contra el suelo, siente una punzada de dolor que no cesa, pero la adrenalina que ahora mismo le recorre el cuerpo evita que le preste gran atención.
Tiene los colmillos ya muy cerca del rostro y, con las manos, intenta detener el mordisco. Alcanza la cuerda con la mano izquierda y, como si se tratara de un látigo, golpea en el costado al licántropo que suelta un aullido de dolor inimaginable. Un aro de vapor asciende en la atmósfera mientras el animal se derrumba en el suelo y se revuelca. Vanessa se levanta y observa como el pelaje negro de esa zona se convierte en un líquido rojo que emana sin pausa.
El hombre lobo se levanta, y de nuevo, embiste a la joven. Ella se defiende colocando la cuerda delante de sí, dejando que entre en contacto con la garganta de la bestia. Una vez que ha caído al suelo, le rodea todo el cuello con la herramienta y deja que se retuerza mientras una oleada de vapor sale de su cuerpo. De repente, un recuerdo aparece en su mente.
Ella de pequeña leyendo un libro de fantasía, con una frase en especial: "Si alguna vez con un emisario del anticristo te encuentras, no estarás condenado a la muerte eterna. Halla entre muchos el verdadero nombre de su portador, así conseguirás salvarte de un destino atroz."
Y decidió creer en esas palabras:
-¡Liam! …
Pero no ocurrió nada diferente, seguía torturando a un licántropo con una cuerda con esencia de plata entre gemidos incesantes.
-¡Gael! … - Nada. - …
-¡Darwin! ¡Jaden! ¡Bill! ¡Gary! ¡Madison! ¡Harrison! ¡Steve! ¡Jefferson! ¡Marley! ¡Wilder! ¡Edison! … - Miles de nombres utiliza, hasta que…- ¡Hassel! – Y con este último, los aullidos de la criatura cesan.
Vanessa no se fía, pero después de comprobar durante unos segundos que el animal no emite ningún sonido ni movimiento, se aparta con cuidado, apretando con fuerza la cuerda entre sus manos, manchadas de sangre por la ardua pelea.
Se asusta, una convulsión estremece al cuerpo inerte del lobo. La sigue otra, otra, otra, y así sucesivamente hasta que su cuerpo empieza a moldearse violentamente.
Vanessa grita, se apoya bruscamente contra la pared, como intentando fundirse con ella. Cierra los ojos, siente un pavor inhumano. Cuando deja de percibir sonidos extraños, decide volver a mirar.
Sus ojos se salen de las órbitas, un muchacho… un muchacho se encuentra tirado en el suelo, junto al cuerpo desfigurado de Drake. Intenta acercarse hasta él, con muchísimo cuidado. Evita tocar la sangre que mancha todos los rincones del suelo, se arrodilla cerca del chico. Está desnudo, y por lo que parece también dormido. En ese momento se da cuenta, se trata del campesino de esa tarde, el impertinente.
-Eii… - Lo tambalea un poquito. – Eii… despierta…
Como respuesta, el muchacho vuelve en sí de golpe y salta encima de Vanessa, dejándola debajo de sí, perpleja y asustada. No parece que supiera lo que hacía, porque de repente se aparta de ella cuanto puede, alcanzando una esquina de la habitación. Parece aun más aterrado que ella, cosa difícil.
Vanessa se levanta, no sabe qué decir, pero el chico ocupa su lugar con un llanto de lágrimas que rebosan de sus ojos de una forma escandalosa y triste. La chica no se acerca, se mantiene en su posición. El muchacho empieza a nombrar una serie de frases y palabras sueltas en inglés, Vanessa sólo alcanza a entender unas pocas.
-Sangre… … Mucha sangre… Lo he matado… … Lo he matado… ¿Qué he hecho? … Demonio… Lo soy… … ¿Y la chica? … ¿Qué le he hecho a ella? – Todo entre gemidos y sollozos.
Vanessa, al oír esto último comprueba su aspecto; su vestido está destrozado. Tiene unas cuantas magulladuras en los brazos y un montón de sangre por el cuerpo, alguna suya y otra no. Ahora es cuando le empieza a arder la cabeza, levanta la mano para rozar la herida con los dedos. Tiene sangre todavía.
El campesino sigue llorando. Siente verdadera lástima por él. Si todo lo que ha leído en los libros sobre la licantropía es cierto, él, verdaderamente, no tiene la culpa de lo que acaba de ocurrir. Decide acercarse, inclinándose a su lado, pero no se atreve a tocarle.
-¿Hassel?...
El chico levanta la cabeza.
-¿Cómo conoces mi nombre? ¿Cómo lo has hecho?... ¿Por qué vuelvo a tener este aspecto?... – Le acribilla a preguntas, pero Vanessa apenas comprende unas pocas palabras, así que se mantiene callada, y le dice en inglés que no le entiende.
Entonces Hassel lo comprende, es española. Se mantienen callados, mirándose. En un momento en concreto, Vanessa decide levantarse y se acerca al cuerpo degollado de Drake.
-Dios… perdóname por esto. – Y, arrodillada, comienza a desvestir el cadáver. Una vez que acaba, recoge la ropa, sucia, rota y manchada, y regresa al lado del campesino.
-Levántate. – Ordena.
El muchacho obedece, no le importa estar desnudo, su conmoción es demasiado grande como para pensar de forma normal. Ella lo viste con cuidado de no asustarlo, mientras que investiga el número de heridas que le ha causado con la cuerda. Hassel tiene unas quemaduras increíblemente horribles en la espalda y en el cuello… se siente culpable.
-Terminé. ¿Mejor? – Hassel no le responde.
-Lo siento… - Consigue pronunciar. – Lo siento mucho… no debería hab… - Y rompe a llorar de nuevo.
Vanessa lo hace callar tapándole la boca con las manos. Escucha con atención los sonidos que se oyen en el exterior, se había olvidado de ellos por completo. Reconoce una de las voces, ¡es la de Dominick!
Rodea a Hassel con los brazos.
-No te preocupes, te perdono.
Chapter 5
Los dos jóvenes salieron de la taberna y se dirigieron al centro de la plaza, donde ya varias personas se habían reunido. Entre ellas, los nobles del castillo.
-¡Vanessa! – Arely no consigue controlar ni el volumen de su voz ni el llanto que se le escapa, y corre hacia su hermana con los brazos extendidos.
Las mellizas chocan de forma brusca y mantienen el abrazo durante un buen rato entre lágrimas.
-No volveré a separarme de ti nunca. – Repiten varias veces las dos juntas.
Dominick se acerca a ellas, y mira al jovencito que las acompaña sin comprender. Vanessa se da cuenta y decide explicarlo todo, aunque con una versión diferente a la verdadera:
-Dominick, él es Hassel. Me salvó del ataque del licántropo.
Dominick no da a crédito, pero mantiene la compostura.
-¿Y Drake? Le ordené que se quedara contigo.
-…Drake está muerto en la taberna… su cadáver está subiendo las escaleras…
Los padres de las mellizas y los señores feudales llegan en ese mismo momento. Habían sido avisados por Dimitri de la situación.
-¡Hijas! – Kristen, la madre de las niñas, va corriendo a su lado. Está realmente preocupada. – En seguida nos iremos a casa, primero tenemos que encargarnos de los aldeanos. – Intenta tranquilizarlas.
Tanto Arely como Vanessa asienten, aun están confusas. Sobre todo Vanessa, hace mucho que dejó de creer en los cuentos infantiles y las pesadillas, ahora es diferente.
-Madre, ¿puede venir él también? Este campesino me salvó la vida. – Mueve la cabeza en dirección a Hassel, Miss Kendrik lo evalúa, y en pocos segundos da el visto bueno.
Fueron las horas más lentas en la vida de los extranjeros españoles, nunca antes habían oído hablar de criaturas demoníacas en el condado de Yorkshire. Cuando por fin hubo terminado todo y se aseguraron de que la criatura no volvería esa noche, decidieron volver al hogar. Una vez allí, dejaron que los jóvenes pudieran lavarse, incluso Hassel. Y aquellos que pudieron dormir, así lo hicieron. Arely tardó bastante, pero al fin lo logró. Los únicos que no pudieron conciliar el sueño fueron Vanessa, aterrada todavía por las imágenes que había contemplado, y Hassel, sintiéndose la persona más culpable de toda Inglaterra, y tal vez de Europa.
Al llegar la mañana, muchos de ellos aun no se creían lo que había ocurrido. Todos se reunieron en el comedor para zanjar el asunto.
-¡¿Qué demonios ha ocurrido aquí, Antony?! – Sr Kendrik echa humo por los ojos. – ¿Desde cuándo ocurre esto?
-…Desde hace unos veinticinco años. – Contesta Selma, al ver que su marido no está dispuesto.
-¿Y por qué no avisáis a los transeúntes o comerciantes que vienen aquí? ¿Por qué no a nosotros? – Miss Kendrik no lo entiende.
-Porque sino este pueblo caería abandonado. Necesitamos el comercio para sobrevivir aquí.
-¡Pero están poniendo en peligro a mucha gente! – Interviene Arely, en nombre de su hermana. – Vanessa tiene razón, así sólo conseguirán que haya varias muertes.
El matrimonio East no intenta protegerse a los ataques.
-¿Por qué continúan viviendo aquí los campesinos?
-Porque es su hogar, han nacido aquí y no quieren abandonarlo. Al igual que nosotros. – Dominick es sincero, y tiene mucha razón.
En pocos minutos llegó el turno al asunto de Hassel. Lo hicieron llamar, y el muchacho se presentó, comportándose esta vez como es debido ante alguien de la realeza.
-Bien, toma asiento, chico. – Lo invita Sr East.
Hassel obedece, sentándose en el único sitio que queda libre, junto a las mellizas. Calla hasta que empiezan a interrogarle.
-¿Cómo lo hiciste? – Comienza Sr East, pero su amigo le corta.
-Antes de eso, Antony, creo que deberíamos dar las gracias al muchacho, y sobre todo yo. – Gira la vista hacia Hassel, mientras señala a Vanessa. – Has salvado a mi hija menor, y estaré eternamente agradecido a tu valentía. Gracias, de verdad. – Hace una pausa. – Dinos tu nombre, chico.
-Hassel, señor. – No duda.
-Hassel,… ¿tu apellido?
-Perdóneme, pero no conozco mi apellido. Lo único que puedo decirle es que trabajo en la taberna del pueblo. Jerson, el posadero, se hace cargo de mí y de dos chicos más.
-Entiendo… - Pronuncia Miss East. Los demás atienden ávidos y con interés la conversación, sobre todo una de las mellizas.
-Explícanos lo que ocurrió, por favor.
Hassel no responde a esta proposición, así que Vanessa ocupa su lugar, gracias a la traducción de su hermana.
-Volví al pueblo, acompañada por Drake, para buscar a mi hermana y a Dominick, padre. Entramos en la taberna y Drake me dijo que me escondiera en el piso superior, atrancó la puerta y nos escondimos. – Hace una pausa, piensa omitir algunos apartados. – Oímos un ruido y el demonio apareció. Drake me defendió, pero… - Continúo desde otra escena. Todos la escuchaban sin cortarla. – En el último momento apareció Hassel, ahuyentó a la criatura con una de las cuerdas con esencia de plata que utilizamos Drake y yo para resguardarnos.
El silencio se prolonga unos segundos, hasta que se dan cuenta de que allí ha acabado la narración de la chica.
Los padres de las mellizas se levantan y se acercan a los asientos de los adolescentes. Sr Kendrik hace un gesto a Hassel y a sus hijas para que se levanten.
-En nombre de mi mujer y mío, te damos las gracias de corazón. Y, nos gustaría, que ocuparas el sitio de protector de mi hija, viviendo aquí en el castillo con nosotros. Estará segura en tus manos.
-Estoy de acuerdo con mi marido, muchas gracias. – Miss Kendrik le da dos besos al campesino, uno en cada mejilla. Este se ruboriza, pero no los disfruta como un alago, sino como una equivocación.
-Id a descansar si queréis. Aun no es la hora de la comida.
Dominick se acerca a Arely.
-¿Te gustaría dar un paseo conmigo? – Arely sonríe, asintiendo a su proposición.
Vanessa se lo piensa.
-Querría ir al pueblo, quiero comprobar cómo están los ciudadanos.
Sus padres admiran el corazón de su hija, y ordenan a Hassel que la acompañe. Este accede, y lo ayuda a Vanessa a levantarse. Mientras dan unos pasos en dirección al vestíbulo, Hassel se derrumba, cayendo al suelo, inconsciente.
Vanessa grita y se arrodilla, dándole la vuelta con cuidado.
-¿Le curasteis las heridas? – Pregunta rápido a una de las sirvientas que se acerca.
-Lo mejor que pudimos, señorita.
-¡Pues no ha sido suficiente! – Grita enfurecida la adolescente. – Subámoslo arriba, yo os acompañaré.
Chapter 6
Vanessa se quedó en la habitación donde descansaba el campesino. Estaba preocupada por él, tenía heridas graves por la lucha, pero no era esa la única razón. Deseaba que se despertarse, para poder contestar a todas sus preguntas, eran demasiadas. Y, como respuesta a sus plegarias, Hassel abrió los ojos.
Su mirada deambula por la habitación, se le nota cansado.
-¿Estás mejor? – Intenta que se fije en su presencia.
El muchacho gira la cabeza hasta encontrarla, sentada junto al escritorio.
-Sí, gracias. – Lo dice al tiempo que se yergue sobre la colcha.
Durante un largo rato se mantiene un silencio incómodo, ninguno de los dos se atreve a comenzar una conversación.
-¿Cuánto rato llevo dormido?
-Ya es por la tarde, aunque aun queda para que anochezca.
Otros segundos sin nombrar palabra. Vanessa decide lanzarse:
-¿Qué te ocurrió?
-No quiero hablar de ello. – Replica rápidamente él.
-Pero… Quiero decir, no es algo natural. Parece más bien obra de… - Le cuesta encontrar las palabras en inglés, así que varias las pronuncia en español. Y al final de la frase calla, por miedo a nombrar la palabra.
-Obra del demonio, ¿no? Era eso lo que querías decir. – No parece enfadado, pero tampoco contento.
Vanessa agacha la cabeza.
-No te preocupes, sé que estás asustada. – Lo pronuncia en un español perfecto, demasiado extraño para ser un simple campesino.
-¿Cómo sabes hablar mi lengua? – Pregunta sorprendida.
Él suspira.
-Mi madre era de origen español. Me enseñó la lengua cuando era muy pequeño.
-¿Dónde están ahora? – Aunque ya sabe la respuesta a su pregunta.
-Eso no te incumbe. – Ahora sí que está malhumorado.
Hubo una pausa larga en la conversación.
-¿Puedes caminar? Querría ir al pueblo, antes no he podido ir.
-Claro, my lady. – Responde Hassel con ironía.
Chapter 7
El mes de junio dejó paso al siguiente. Las temperaturas aumentaron levemente y el sol se dejó ver más de una vez por los parajes ingleses.
Arely y Dominick cogieron la costumbre de dar un tranquilo paseo por los caminos después de la comida, acompañados normalmente por Ringo, el perro del matrimonio East.
Vanessa aprendió a coger más soltura en el idioma, y pasaba largos ratos en el pueblo. Espiando a Hassel durante su trabajo en la posada cuando creía que él no se daba cuenta. Su relación tampoco fue a mejor verdaderamente, pero ahí seguía.
A mediados de julio, horas antes de la finalización del ciclo lunar, Vanessa decidió hablar con su protector.
La puerta de la posada se abre, apareciendo una dama burguesa. Hassel echa un rápido vistazo para recibir al nuevo cliente, pero cuando ve de quién se trata, se lo piensa mejor. Vanessa espera a que él tome la iniciativa de ir a recibirla, pero es en vano. Así que se acerca malhumorada al mostrador de la taberna.
-¿Hassel?
-¿Sí, señorita? – Pregunta en tono despistado.
-Necesito hablar contigo. – Su tono suena preocupado, respondido con un suspiro de agotamiento por parte del chico.
-En primer lugar: no vuelvas a salir sola del castillo cuando yo no estoy, te estás jugando mi cab…
-Me he escapado. – Lo corta rápidamente.
-… En segundo lugar: todo está bajo control, no tienes por qué preocuparte. – Ya comenzaba a ponerse de mal humor.
-Pero… hoy es…
-¡Calla! – Hassel agarra el brazo de Vanessa y la arrastra hasta una puerta trasera del lugar. Hace que choque contra la pared y la retiene allí para que no pueda separarse. Las paredes parecen de papel, así que se acerca más a ella para no tener que hablar más alto que un susurro.
-No debes meterte donde no te llaman. – Ya está enfadado. – E intenta mantener la boca cerrada.
-¡¿Qué tono es… - Su grito histérico es detenido por la mano mojada de Hassel en su boca.
-Te he dicho que no grites. – Ella responde con chillidos y bofetadas. Él suspira. - …No tienes remedio. – Al final la suelta, apartándose un poco. La mirada desafiante de Vanessa lo atraviesa.
-Tú y yo nunca vamos a llevarnos bien, ¿verdad? – Pregunta ella.
-Si sigues comportándote como una niña, por supuesto que no. – Pronuncia unas palabras en inglés por lo bajo para que Vanessa no las oiga y se da la vuelta.
-Espera Hassel. Sólo estoy preocupada, no quiero que vuelva a oc…
-He dicho, que todo está bien. – La corta de nuevo. – Ahora vuelve al castillo. Y dile a tus padres que tengo que estar trabajando esta noche aquí, necesito dinero para sobrevivir.
Abre la puerta, dejando pasar primero a la doncella. Regresa a su faena de lavaplatos, cuando entonces aparece su sombra de nuevo sobre la barra.
-Ponme un vaso de hidromiel.
Hassel está estupefacto. Se ríe.
-No pienso ponerte una bebida alcohólica a ti. Y vete ahora mismo. – Pero ella no está por la labor. Hassel decide ignorarla.
Vanessa no aguantó más de dos minutos sin que él le dirigiera la palabra, de esa forma tomó la entrada de la posada y desapareció.
Chapter 8
Ya casi es de noche. Vanessa está sentada en una de las piedras de la plaza principal del pueblo, jugando con una piedra. Está aburrida, no sabe cuánto tardará Hassel en salir de la posada, y quiere seguirle para averiguar cómo va a proteger a los ciudadanos esa noche, y a él también.
Después de un largo rato se ve su silueta. Vanessa se levanta rápidamente y se esconde en una esquina. Lo persigue de forma muy patosa por las calles del pueblo, hasta que comprueba que Hassel se dirige al bosque. Deteniéndose de pronto a mitad de distancia, en medio de la nada, representada por prados.
-¿Se puede saber qué te dije antes? – Ni se ha girado. Vanessa también para unos segundos, luego corre hasta el lugar donde está Hassel.
-¿Cómo sabías que estaba detrás?
-Eres una inútil.
-¡¿Qué?!... Pero…
-Es cierto. – No parece muy agradecido por la preocupación de la chica. – Haces demasiado ruido, y nada más salir de la posada he notado tu olor cerca.
Vanessa se indigna, pero por ello no va a dejar de insistir.
-¿Eso es algún poder especial? ¿Huelo bien por lo menos? - Hassel permanece rígido como una piedra y no contesta. - ¿Por qué vas al bosque?
-Vuelve a casa.
-Está a muchos días de aquí, por desgracia.
La discusión fue larga, más de lo previsto por Vanessa. Hubo insultos de por medio y subidas de tono por ambas partes, y eso desquiciaba al noble ego de la adolescente. Pero terminó por inclinarse la balanza a su favor, acompañando a Hassel hasta su destino.
Entraron en el bosque, y no se detuvieron hasta llegar a un prado destacado en el paisaje forestal.
Vanessa miró curiosa a su alrededor, alcanzando a divisar unas formas humanas en la poca luz que llenaba el ambiente.
-Ven. – Ordena Hassel. Y por sorpresa, ella acarrea sin musitar queja alguna.
Alcanzan el pequeño y extraño grupo de personas presentes allí. La única chica observa a la acompañante de Hassel y, antes de nada, él da explicaciones.
-Perdona Amber, no he podido hacer nada. – Calla. – Y sí, ella es Vanessa.
Se oyen risas por parte de los dos chicos que miran curiosos a las dos mujeres. En seguida corren hasta Hassel y se lanzan encima suyo, tirándolo al suelo.
Vanessa se mantuvo quieta y serena, mirando los hipnotizantes ojos de Amber, de un amarillo real casi artificial, contrastando con su oscuro cabello. Era una mujer de mediana edad, pero tan atractiva como si tuviera dieciséis años.
Al fin, una sonrisa rompe el silencio.
-Hola, señorita. – Y hace una reverencia de cabeza. Vanessa le contesta con un movimiento de mano, está nerviosa.
-No te asustes. Sí que parezco una bruja, lo sé, y lo soy. Pero no como las de los cuentos y las leyendas, no te preocupes. – Se da la vuelta y se dirige a los tres chicos que siguen revolcándose por el suelo. - ¡Venga! Ahora mismo a las jaulas, no podemos esperar más.
Ellos obedecen, y entones Vanessa se percata de las jaulas colosales y brillantes de su derecha, rodeadas por un círculo blanco en el suelo. Se dirigen corriendo y veloces hasta ellas y entran de un salto, cerrando las puertas a través de los ásperos barrotes.
Después Amber va a la primera jaula, y hace un gesto a Vanessa para que se acerque.
-Ten cuidado de no romper el círculo. – Avisa. Vanessa obedece y se coloca a su lado. – Toma, sujeta esta cadena y rodea el candado, después pásalo por los barrotes dando muchas vueltas. Asegúrate de que no se rompa.
Vanessa se percata de que es de plata, y los barrotes de la jaula también. Ahora lo entiende. Entonces mira al chico que hay dentro de la jaula. Es joven, un poco más mayor que ella.
-¿Eres un hombre lobo? Te recuerdo de la posada. – Lo dice en inglés, ahora ya entiende y puede articular más fácilmente las frases. El chico sonríe.
-Soy Liam. Y tú Vanessa, encantado. – Vanessa le devuelve la sonrisa.
Cuando termina con esa jaula, ayuda a Amber con la siguiente.
-Y yo soy Wilder el Cazador. – El chico parecía muy satisfecho consigo mismo y se acercó cuanto pudo a la joven. – No pensé que serías tan guapa. – Un golpe en la cabeza interrumpe su mal intento de cortejo.
-Mantén tu lengua tras los dientes Wild, es una chica de la nobleza. Ni se te ocurra volver a intentarlo. – Las palabras de Amber son afiladas y en seguida hacen callar al muchacho más joven de los cuatro adolescentes allí reunidos.
Por último, la jaula de Hassel.
-Amber, ¿podrás acompañar a Vanessa al castillo cuando terminéis? Tiene una brújula pésima en la cabeza, no llegaría ni al pueblo.
Amber accedió. Y una vez terminados los preparativos, cumplió su palabra. Durante el camino, consiguió Vanessa las aclaraciones que quería.
-¿Por dónde quieres que empiece?
-Por el principio, quiero saberlo ya que voy a vivir aquí. – Amber era una persona dulce tras ese rostro impasible y duro.
-Vale, pero no me interrumpas. – Se aclara la garganta. - Veamos, sabrás que hace ya varios siglos que se queman en la hoguera a las brujas seguidoras del diablo. Bueno, pues hace más o menos doscientos años, una de ellas se reveló contra los humanos en este pueblo. La acorralaron y acabó en una cruz como todas las demás. Pero, durante la quema, se dice que maldijo a aquellos que la sentenciaron a muerte. La maldición era la licantropía. – Hace una pausa. – Tras varios años, los atormentados ciudadanos consiguieron asesinar a aquellos que incubaban la maldición, aunque se llevó también a vidas inocentes de por medio. Lo que ellos no sabían, es que la licantropía es hereditaria. – Vanessa intenta formular una pregunta, pero Amber se adelanta. – Y no, si te hacen una herida no te envenenas y te conviertes en uno, tranquila. Estás a salvo. – Ríe mientras responde. – No sé cómo, la maldición ha renacido hace unos veinte años más o menos. Y la sufren Wild, Liam y Hassel. Para que no los asesinen yo me encargo de protegerlos y enseñarles a controlar ese instinto asesino que los invade. Los encierro todas las noches de luna llena en esas jaulas en mitad del bosque; desde los últimos años. No había habido ninguna muerte desde hace mucho tiempo, pero desde que llegaste tú y tu familia, ha cambiado. – Vanessa agacha la cabeza, sintiendo la culpabilidad. – No te preocupes, no ha sido culpa tuya. Tan sólo tu olor es el peligro, por lo que me contó Hassel, es una droga para él. – Después hay un silencio incómodo.
-¿Siempre es así? – Pregunta Vanessa con curiosidad.
-No, pero se le hace difícil estar contigo. Aunque no esté en su forma de hombre lobo y la plata no pueda herirle, sus instintos y sentidos no se disipan del todo. – Vanessa asiente, aunque eso no la consuela.
Amber se detiene y la abraza con fuerza.
-Tranquila, no es tu culpa lo que pasó la otra noche. Y esos tres imbéciles te caerán bien, pero ten cuidado con Wild, tiene la lengua demasiado larga y no sabe no callar.
Al cabo de unos minutos, Vanessa se decide a preguntar.
-Amber, ¿eres realmente una bruja?
Esta se echó a reír, no puede evitarlo.
-No como las conoces. Lo soy, pero prefiero definirme como una curandera. Vivo en el pueblo como todos los demás, y las gentes que no creen en esos cuentos vienen a mí a que cure sus heridas. Aun así, mejor no menciones mucho mi nombre con ese sentido, ¿de acuerdo?. – La joven accede. – Muy bien, eres muy atractiva, ¿sabes? Tienes la delicadeza de una mariposa vanessa, seguro que por eso te pusieron ese nombre. Ahora, aprende a utilizar tu inteligencia de la misma forma que tu hermosura.
Chapter 9
De nuevo, un mes desapareció y otro ocupó su lugar. Agosto alcanzó las tierras inglesas de Yorkshire. Gracias a Amber, la adaptación de Vanessa fue más fácil y fluida. Pasó largos rastos con ella y con Hassel, dando clases de naturaleza a ambos y dedicando agradables explicaciones a los muchachos. También, sin darse cuenta la pareja, los ayudó a mejorar su relación. Formando al final, una unión de uña y carne que costaría romper. Sin magia, por supuesto.
-Vanessa, salgamos a dar una vuelta. – La joven está distraída con un libro en una silla del salón.
-¿Por qué? – No le escucha apenas, el libro la envuelve con misterio.
-Hazme caso. ¡Vamos! – La recoge muy ágil y la coloca en el suelo, todo en un segundo. Discuten de una manera muy cómica para que la chica consiga soltar el libro. Tras un largo rato, salen juntos por la puerta hasta llegar al pueblo, cuyo ambiente es mucho más animado y asfixiante que de costumbre.
-¿Qué ocurre? – Vanessa no para de mirar a los desconocidos transeúntes que por allí van.
-¡Bienvenida a la Feria de Scarborough! – Es la primera vez que lo ve sonreír de verdad. – Hoy es día quince, y el pueblo celebra una gran fiesta. Venga, acompáñame. – Sin darle tiempo a responder, tira de ella entre los ciudadanos hasta alcanzar un pequeño valle con varias tiendas y puestos.
-¡Amber! – Grita Hassel. Creando así la curiosidad por parte de la anciana. Esta se vuelve y abraza a los jóvenes, besando las mejillas de ambos, incitándoles a bailar.
Justo tras esas palabras, una fila de bailarines se despliega y sin saber cómo, los más jóvenes y recatados de la ciudad, nobles y plebeyos, acaban disfrutando del baile, de la música y de las festividades.
Mientras todo el mundo está disfrutando de la tarde, se hace el silencio en un instante. Sin excepciones, la gente gira sobre sí buscando la música que no colorea el ambiente. Pero a respuesta de las súplicas, aparece la melodiosa voz de un viejo volín. Vanessa se gira hacia el lugar adecuado, fascinada por el sonido y el arte para tocar de la joven. A su lado, aparece otra muchacha muy parecida a la anterior, con el mismo pelo rubio y liso y esos ojos marinos, con la diferencia de que el instrumento esta vez es un laúd.
El público mantiene el silencio del principio, rompiéndolo sólo para aplaudir a las artistas. Y, al final, empieza a entonar su voz una tercera chica, tan hermosa como sus dos compañeras.
La dulce canción alegra a todas las almas allí encontradas, creando la diversión de la multitud y el baile.
-¿Qué dice la canción? – Pregunta Vanessa con los ojos iluminados con estrellas. Hassel se acerca a su oído.
-Habla de una ruptura. El narrador invita al oyente a que vaya a la Feria de Scarborough. Allí dice que encontrará a la que una vez fue su amor verdadero, y que la rete a hacer pruebas imposibles si quiere recuperar el amor de su hombre. – Se detiene para escuchar el estribillo. – Esas palabras corresponden a "perejil, salvia, romero y tomillo". Antaño decían que servían para crear una pócima de amor y lujuria. Pero no creo que funcione con el hombre que narra la historia, parece bastante dolido.
Tras la explicación Vanessa comienza a bailar y a dejarse llevar por las notas de la canción. Mira de reojo a Hassel y se acerca con cuidado de no caerse.
-¿A ti y a mí nos ocurrirá lo mismo? – Hassel se ríe ante el atrevimiento de su dueña.
-Espero que no.
Are you going to Scarborough Fair?
Parsley, sage, rosemary and thyme.
Remember me to one who lives there
For she once was a true love of mine…
Parsley, sage, rosemary and thyme.
Remember me to one who lives there
For she once was a true love of mine…
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