Escribiendo en el trayecto - Blog de EGGu

Porque el viaje de la escuela a la casa es un buen momento para soñar despierta o escribir aficionadamente...
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ECLIPSE Parte 1

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Capítulo 1
 
Ya había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que lo hablaron, por lo que ella pensó el tema se había dado por terminado. Estaba equivocada.
 
Parada ahí, boquiabierta, frente a la puerta del carruaje, observo el escenario; la avenida principal de la capital.
 
—Grande ¿verdad? No me lo imaginaba—dijo Etsuko mientras bajaba del carruaje a trompicones.
—¡Me engañaron!—Hime giró y la miró con una expresión de pánico—. ¡Todos ustedes!
—¿Hmm?—extrañada su hermana dejó de bajar el equipaje del techo del carro—. Ya estaba decidido.
—¡Nunca me lo dijeron!
—Oh, debimos haberlo olvidado.
 
Aún entrada en pánico, no podía creer lo que había sucedido. Su hermana continuaba bajando maleta tras maleta del techo del carruaje rentado. Etsuko se percató de la indisposición de su hermana, su actitud solo estaba haciendo que la descarga de maletas tomara más tiempo, ya que Hime solo se estaba ocupando de quedarse ahí parada quejándose.
 
Molesta le contestó.
 
—Si te hace sentir mejor, Padre también estaba en desacuerdo—solo entonces Hime relajó sus hombros y agachó su mirada.
 
Su padre siempre había estado de su lado, aún así, su madre era quien tomaba todas las decisiones en beneficio de la familia; el amor que él sentía por su esposa era demasiado grande hasta el punto en el cual él no la contradecía, esto hacía que Hime sintiera que en realidad no contaba con ningún aliado.
 
No ayudó a Etsuko con el equipaje, solo se limitó a mirar hacia la nada con expresión indignada.
 
Hace tres meses su madre recibió un aviso por correo. “Nuestro orgullo está en los jóvenes, es hora de que ellos enarbolen nuestro emblema” se leía en el encabezado; se trataba de un panfleto que convocaba a los artistas a acudir a la Academia Real. Su madre estaba encantada, cada cinco años se hacía un llamado a nivel nacional, solo entonces los artistas podían ir y tomar el examen de admisión. Asistir a la Academia era una obligación de ciudadano, a pesar de ello, no muchos aprobaban el examen, por lo que lo intentaban una y otra vez, y si la policía quería, podía conducir un censo donde los artistas que no estuvieran en la Academia serían cuestionados; si él o ella no nunca hubiesen intentado tomar el examen serían encarcelados, o en caso de ser menores de edad los padres serían quienes fuesen a prisión. Tanta contradicción llenaban las leyes de ese reino.
 
Hime no quería asistir a esta escuela. Siendo un artista seguramente conseguiría un puesto en el ejército, y si lo rechazaba, el rey ignoraría muchos de los derechos de su familia, no entrar en el ejército era otra forma de renunciar a la ciudadanía. Que chantaje.
 
Hime y Etsuko caminaron una larga calle, ambos lados estaban repletos de tiendas, como la Academia eran más como un internado, los estudiantes no tenían permitido salir de la escuela, gastar todo su dinero antes de que el semestre comenzara era algo común, así pues, el área a los alrededores era un buen lugar para los mercaderes.
 
—Aaah…—suspiró Etsuko—. Que mal que no tenemos más tiempo para mirar en las tiendas—presionó su propia cara contra el vidrio del aparador.
—No me importaría quedarnos un rato más—entre más, mejor, créeme...Desde niña, Hime siempre había querido viajar al reino del este, la gente siempre hablaba de sus talentosos bailarines y su danza de espadas, juglares, pintores…sonaba como un lugar completamente diferente; si no la hubieran forzado a venir a esta escuela especial podría haber continuado ahorrando su dinero para un día recorrer el mundo fuera de este reino.
 
Más tarde puede que haya una forma de perder la "oportunidad" de entrar al ejército, así que el no gastar dinero era uno de sus planes para el futuro.
 
Perdida en sus pensamientos, Etsuko la despertó.
 
—¿No comprarás nada? Está bien si lo haces, después de todo estaremos encerradas por seis meses ¿Ni si quiera una galleta?
 
Hime la miró molesta. Su rencor seguía presente, así que no respondió.
 
—¡Hmp! Como quieras. Deja pasar oportunidades.
 
Ella iba a dejar pasar todas las oportunidades que se le presentaran para poder hacer lo que ella quería en su futuro.
 
Después de una hora de caminar, detenerse, comprar luego caminar, llegaron.
 
—¿Es esto?—un edificio alto de cinco pisos asomaba sobre las otras casas.
 
Al frente había una enorme puerta roja oscura de un diseño simple en comparación a los exagerados ornamentos del pórtico y el tejaban. En el primer cuerpo de la fachada no había ventanas, solo arriba de la puerta en posición centrada había un emblema de una estrella floreada negra de 12 picos.
 
Parece una fortaleza, escapar escalando los muros queda descartado.
 
Las dos niñas se acercaron a la puerta, que lentamente fue abierta desde adentro. Dos hombres, uno a cada lado, las observaron. Se veían fuertes aunque su complexión no era robusta pero si eran muy altos, sus caras eran tan duras y serias que intimidaban.
 
—¿Placas?—preguntó uno de ellos con voz grave.
—No tenemos...
—Entonces dense vuelta y salgan de aquí—dijo casi cerrando la puerta.
—¡Vinimos a tomar el examen de admisión!—gritó Etsuko y la puerta volvió a abrirse.
—¿Tarjeta de aspirante?—en mal genio el guardia se paró bloqueando la vista al interior del edificio—. Certificado de nacimiento, registro de domicilio, registro medico...—Hime lo miraba furiosa mientras Etsuko escarbaba en su equipaje en busca de los documentos, esperando que el hombre notara su enfado y así tal vez  corrigiera su mal trato hacia ellas...claro que era inútil; los guardias reales siempre actuaban como si la gente fuera un montón rebeldes incivilizados.
 
Etsuko sacó una carpeta con papeles y se los dio al hombre. Los leyó y de vez en cuando examinaba de reojo a las niñas.
 
—Adelante—regresó los documentos  y se apartó. La puerta se cerró detrás de ellas.
 
Por dentro se veía más lujoso que el exterior. Todo el piso estaba cubierto de duela oscura y grandes alfombras rojas. Probablemente era para causar una buena impresión.
 
—¡Mira eso! ¡Imagina lo maravilloso que serán nuestros dormitorios!—La voz de Etsuko resonó en el vestíbulo. Los guardias no dijeron nada, se empeñaron en quedarse quietos flanqueando la puerta principal. Ella volteó a verlos esperando que le dijeran a dónde dirigirse ahora pero no se movieron.
 
—Solo entremos...—Hime caminó hacia el único pasillo. Sin embargo Etsuko aún miraba a los guardias. Que gente tan maleducada...pensó.
 
El techo era alto, al menos seis veces su estatura, no había nada en las paredes, ni una pintura. Habiendo estado en el lujo unos metros atrás, ahora estaban en la simplicidad, claro, comparando ambas habitaciones, porque el techo ridículamente alto y la alfombra de alta calidad sobresalían mucho. Además era el pasillo más largo que hubiesen caminado.
 
Finalmente llegaron a un jardín cuadrangular. Estaba rodeado de arcos y cuatro puertas haciendo escuadra con cada esquina, y otro pasaje en el centro del lado frente a ellas. Etsuko buscó cualquier señalamiento o persona que pudiera indicar el camino pero no había nadie, el lugar estaba vacío.
 
Esto no está mal, es taaan tranquilo. Hime miró a su alrededor. Estaba quizás demasiado callado, hasta para una escuela militar.
 
Finalmente llegaron a una gran puerta, era más pequeña que la que daba a la calle. Y Hime pensó que más bien pudiera ser ¡...una salida!. Rápidamente se adelantó a su hermana y con un solo movimiento la abrió.
 
Gente.
 
Era un enorme salón con paredes blancas y pilares rojos, molduras doradas decoraban el techo, y las estatuas de los siete dioses regidores se reunían en el centro. Gente llenaba el lugar, jóvenes que llevaban prisa, otros estaban platicando y el resto parecía estar presumiendo técnicas de pelea y su fuerte apariencia. Que buen cuerpo...
 
—¡Hime! No te le quedes viendo, ¿qué eres, una pervertida? ¡Vamos, pidámosle indicaciones a alguien!—Etsuko la arrastró hasta un grupo de personas.
 
Se pararon junto al grupo ¿No pudo decidir preguntarle a alguien menos agradable?. Había tres chicos vestidos en ropa fina, aún siendo ropa de artes marciales. La otra persona era una muchacha, una con mucho maquillaje en la cara. En sus caderas colgaban tipos de armas muy extrañas, eso era una clara señal de que pertenecían a familias antiguas.
 
Las familias antiguas eran importantes debido a que en sus inicios fueron las primeras en entrenarse en las artes con un objetivo, pelear, robar, curar, proteger, cualquier cosa que pudiera ser llevada a cabo con el uso de las artes. En la actualidad seguían entrenando artistas; el pertenecer a una de esas familias significaba ser de los mejores. Uno de sus beneficios era que proveía a sus graduados con costosas armas raras que además eran personalizadas para resonar con sus propias habilidades.
 
Cuando Hime y Etsuko caminaron hacia ellos, estos dejaron de hablar y voltearon a verlas. Mas que mirarlas parecían verlas con rechazo, tal vez por haber interrumpido una "importante" conversación. Hasta Etsuko se detuvo a considerar si debería seguir hablándoles o no.
 
—¡Oh, hola! ¿Podrían decirnos a donde ir para completar nuestro registro de admisión?—Silencio. El grupo las observó minuciosamente con expresiones que claramente les decían que se esfumaran—. Bueno...siento interrumpirlos. Somos nuevas y no pudimos encontrar a alguien para que nos guiara...
 
—¿Nuevas?—uno de los muchachos dijo con una sonrisa burlona—. ¿Incluso gente así es reclutada?—El resto del grupo se rió—. Mi abuelo dice que la Academia Imperial solía ser un privilegio para la élite ¡volvería a morir si se enterara de que los campesinos están siendo admitidos!
 
Etsuko no sabía que decir.
 
—Y no solo campesinos ¡también pobres! ¡mira esa chaqueta!—la chica jaló el cuello de la chaqueta de Etsuko. Ella la había escogido específicamente para traerla a la ciudad, siendo una de las pocas prendas decentes que tenía aunque el cuello y la punta de las mangas ya estaban algo descoloridas, pero a simple vista poco se notaba.
 
Etsuko agachó su cabeza y trató de rápido pensar en que responder, pero no se le ocurrió nada.
 
—¿Qué? ¿No tienes nada que decir para justificar tu presencia?—se rieron. Aún sujetándola del cuello seguían burlándose de ella. ¡Cielos! Me trajeron contra mi voluntad ¿Y ahora tendré que soportar tratos así desde este momento? pensó Hime. Cuando volvió su mirada hacia la izquierda buscando algún señalamiento con información que le evitara socializar con esta clase de gente, cerca de la estatua del dios lunar, notó dos ojos mirándola fijamente. El dueño de dichos ojos le sonrió y Hime, reflexivamente, caminó hacia él.
 
—¿No pudieron decidir preguntarle a alguien menos agradable por indicaciones?
 
—Si, así es—ella le sonrío en respuesta. Era un muchacho, parecía más amable que el grupo de superficiales; aparentaba tener más edad que ella, porque debajo de sus ojos había un par de ojeras muy marcadas, probablemente como resultado de varios meses haciendo tarea de noche. Su figura era delgada y algo descuidada, incluso su cabello se veía un poco grisáceo, un color que un adolescente no debería tener. Aún así su cara se veía como la de un joven alrededor de los veinte.
 
—Soy un estudiante aquí ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?—dijo con una sonrisa en su rostro.
 
Hime se sonrojó.
 
—¿Bueno? A este lugar parece faltarle una buena cantidad de señalética ¿qué hace usualmente la gente después de registrarse?
—Tienen que buscar a su respectivo prefecto según la casa a la que fueron asignados.
—¿Aunque hayan sido convocados por correo?
—¿Correo? Oh, así que recibiste una carta personal—dijo juguetonamente.
—Si—de hecho, de las dos hermanas, solo ella había recibido una carta que contenía un mensaje distinto al de la otra.
 
Recibir una carta concerniente a la convocatoria ya era una especie de llamado personal hecho directamente por las oficinas administrativas. El comunicado siempre se hacía pegando un anuncio en plazas, periódicos, escuelas comunitarias, y si los estudiantes eran ricos recibían entonces una carta con un mensaje estandarizado pero con sus propios nombres en el encabezado. La familia de Hime no era rica pero aún así ella y su hermana recibieron una carta. Su familia estaba tan felíz que no les preocupó la razón de la carta. Hime no les mostró el mensaje que recibió donde se exigía su asistencia inmediata, aunque analizándolo bien, no habría importado ya que de todos modos la enviaron a la academia a la fuerza.
 
—Todos sin importar como fueron convocados deben ir con su prefecto asignado en su tarjeta de aspirante. Y bien, yo también estoy buscando a mi prefecto—dijo él—. Si me siguen puedo llevarlas con el suyo.
—¿En serio?¿No te importa cargar con dos niñas despistadas?
—Claro que no. Ve a traer a tu hermana antes de que tus agradables compañeros la exhiban en el pódium.
 
Hime sonrió y se giró para ir por Etsuko.
 
Ella pensó que debido a su pobre procedencia, todos su compañeros serían como ese molesto grupo, fue una agradable sorpresa encontrar a alguien amable tan pronto. Sería genial tener algo de compañía hasta que encuentre una manera de fugarse del edificio.
 
—Estoy seguro de que usaste todo tu dinero afuera ¡No puedo esperar a ver cómo vas a pagar tus alimentos aquí!
—Si, no pienses en pedirnos prestado.
 
El grupo seguía burlándose de su hermana. Hime se preguntó por qué Etsuko no se había defendido aún. Creí que sería un poco más ruda. Suspiró mientras se acercaba a su hermana para jalarla por el brazo hacia su futuro guía, de repente sintió que alguien la sujetaba fuertemente de su propio brazo.
 
—¡Oye amiga! No hemos platicado mucho contigo.
 
Lanzó una mirada despectiva al chico que la sujetaba
 
—Si...y apreciaría que no lo hicieran.
—Je, no te atrevas a hablarme así ¿No te importa quién soy?
—No realmente—se dio la vuelta y con un solo movimiento de su otra mano hizo que el muchacho la soltara.
 
Estaba a punto de alejarse cuando su cabello comenzó a sentirse tenso. Por reflejo ella iba a girar para enfrentar su molesto atacante pero justo entonces vio una mano jalando fuertemente su cabello y otra deteniendo esa mano para evitar que siguiera jalando.
 
—Por favor Kael…—su futuro guía estaba interviniendo—. No en el primer día.
 
Su guía parecía estar aplicándole mucha fuerza porque el brazo de Kael estaba ya poniéndose rojo, y éste debió haberse guardado su rabia, pero aún así soltó el cabello de Hime.
 
—Pareciera que no tienes nada mejor que hacer que servir de niñera a los novatos, Ri-ou, pero mientras más te juntes con perdedores más perderás tu talento—el chico regresó con su grupo.
—¡Si!¡Ten cuidado Ri-ou!—el grupo se alejó aún riendo.
—¡Que montón de idiotas abusivos!-dijo Etsuko cruzando sus brazos.
 
Ahora tienes algo qué responderles ¡Bien! Lo hiciste tarde. Hime puso los ojos en blanco.
 
—Gracias señor...—se detuvo.
—Ko Ri-Ou, pero puedes llamarme Ri-Ou.
—Ri-ou, está bien si no quieres guiarnos...
—¿Qué?—se detuvo en sus pasos—. Yo te invité a que me siguieras ¿No?—y sonrió.
—Si...
 
Ri-ou sonrió dulcemente, él no tenía que decir nada para mostrar lo amable que era.
 
—¿Así que somos perdedores por ser pobres o hay otra razón?—preguntó Etsuko.
—¿Para gente como ellos?—suspiró—. Ambos...
 
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Y así EGGu escribirá el próximo capítulo durante el siguiente trayecto...
Gracias por leer
 
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